ME TOMO uno de esos cafés inolvidables en la planta superior del Savoy y
a través de ese mirador acristalado, en el que se pegan las gotas de lluvia y
al que hacía años que no subía, recupero ese corazón que lleva latiendo de
manera discreta durante décadas como uno de esos sostenes imprescindibles para
entender lo que somos.
Piedras como espejos en los que se refleja toda la Ferrería , camelias que
luchan contra sí mismas por convertirse en flor, sacos de castañas apilados
alrededor de esa máquina de tren deseosas de calentar almas, toldos agitados por el viento caprichoso de la ría, farolas de otro siglo que en éste
son luz, palomas ausentes de una plaza repleta de serenidad y belleza, gentes
que la cruzan en su rutinario ir y venir, memoria imperecedera de aquellos que
antes poblaron la cripta del Savoy, espuma de un café con sabor a orgullo, a
disfrute y a otoño.
Entre Dous. Diario de Pontevedra 21/10/2013
Ningún comentario:
Publicar un comentario