[Ramonismo 114]
Juan Pablo Villalobos nos propone un relato lleno de virtudes desde su sencillez y transmisión de la felicidad
HAY libros que son un bálsamo. Un feliz paréntesis en el ajetreo diario que te lleva a gozar durante varias horas de un relato que, aunque no lo parezca aparentemente, acoge en su interior toda una serie de cargas de profundidad sobre nuestro ecosistema, aunque este aparezca camuflado bajo una piel de bondad.
El escritor de origen mexicano, aunque afincado desde 2003 en Barcelona, Juan Pablo Villalobos, hace de su último libro, ‘Peluquería y letras’, editado por Anagrama, un itinerario vital que comparte con todos sus lectores, haciendo de su barrio, de su cotidianeidad, trabajo, familia y vecinos, una suerte de territorio donde puede suceder de todo y en el que nos podemos encontrar con situaciones de lo más insospechadas y que nos pueden llevar, abriendo el foco, a plantearlas a un nivel más global.
Lo que está claro es que, tras la lectura de esta pequeña novela que ronda las cien páginas, se tiene la sensación de encontrar en la literatura un lugar en el que guarecerse, la manera de pasar un buen rato asistiendo a las andanzas, entre picarescas y azarosas, de quien ve la vida a través de su ejercicio literario, con no pocas puyas a su propio oficio y a las inspiraciones que motivan los textos o los métodos de trabajo, pero que, al mismo tiempo, hace de ella un ejercicio compartido de descubrimiento de lo que se oculta en nuestras actividades diarias: recados, citas médicas, oficios y hasta en ir a cortar el pelo. A partir de ese deambular urbano se entrelazan toda una serie de situaciones que Juan Pablo Villalobos enhebra con frescura e inteligencia, aderezándolas de un humor que enseguida nos atrapa sumándonos a ese itinerario en una feliz andanza.
Ese «deseo de escribir» sobre el que reflexiona tras citarlo Juan Pablo Villalobos, nos lleva a lo largo del relato a encontrar y mostrar cómo en su interior se produce una suerte de contestación frente a esa concepción general del escritor que nos tiene que transmitir siempre un mensaje casi revelado, una suerte de epifanía literaria que solo quien está tocado por las musas puede llegar a convocar. El autor le da la vuelta a ese ejercicio por el que tantos autores suspiran, casi más que por sentirse como escritores, para que los demás los vean como autores de consideración. Lo que hace Juan Pablo Villalobos es que desde las aceras de su vecindario, desde esos escenarios comunes, donde aparentemente no sucede nada, se puede encontrar una mezcla de felicidad común con aventuras insospechadas que motivan esa literatura aparentemente banal, pero que nos lleva directamente a situarnos junto a un escritor y a una mirada hacia la realidad con la gran preocupación de poder resolver un fallido corte de pelo, así como diferentes complicidades personales.
Una novela, por lo tanto, que a poco que se rasque bajo esa capa de humor que nos agita permanentemente, nos muestra una reflexión sobre el oficio de escritor, pero sobre todo sobre la vida y sobre esa vida tan desprestigiada como es la vida feliz, la que también es capaz de generar literatura.
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 28/05/2022
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