luns, 6 de marzo de 2023

Un mar poético

 

[Ramonismo 140]

La sensibilidad de Aurora Luque vuelve a conducirnos por un verso que navega entre la antigüedad y nuestro presente



SIEMPRE es un gozo vital subirse a la embarcación a la que en forma de libro nos invita Aurora Luque. Esta gaviera de la poesía sube a la gavia de su nao para llevarnos a diferentes puntos de la costa de ese mar que acostumbra a generar con sus versos como seducción al lector. Una situación que se desborda en este libro, ‘Un número finito de veranos’ que, editado por Milenio, logró el pasado año el Premio Nacional de Poesía con toda la justicia que provoca la emoción de su lectura, y donde ese carácter náutico de su propuesta se lleva a un exuberante extremo.

Si ese mar siempre ha estado presente en quien, por su formación como filóloga clásica con un férreo anclaje con la cultura griega, no puede distanciarse mucho de ese mar o mares que rodean ese Ática colmatado de leyendas, héroes, mitos, aventuras o feminidades con Safo al fondo como sustrato de su poesía, aquí es un inteligente contexto para, desde ese germen, tanto íntimo como comunitario, de nuestro ecosistema social, desarrollar toda una mirada a nuestro mundo actual. Esa comunicación, ese nexo establecido desde el verso entre dos espacios vitales, uno del pasado, tan rico en sugerencias e inspiraciones, como el mundo heleno, y otro, el de nuestro presente, donde todo aquel pasado homérico semeja oscurecerse cada vez con una mayor intensidad por nuestros actos y conductas.

El verano siempre se presenta ante nosotros con ese carácter ilusionante, con esa pátina de sensualidad, de calores y aguas saladas que provoca su disfrute como un intervalo anual en nuestras rutinarias vidas. Es ese «mar de agosto» con su «opulencia de horizontes», por el que se mueve la nave de Aurora Luque para salpicarnos con las palabras, para provocar fascinantes imágenes de universos naturales que se enhebran, con su reconocida destreza, con un enorme listado de hitos culturales, tanto del pasado como del presente, por el que desfilan poetas, escritores, mitos o libros que generan ese armazón que mantiene todo a flote, incluso cuando las cosas vienen mal dadas, cuando se intuye la tormenta por los hechos de esos humanos incapaces de medir las repercusiones y los efectos de sus propios actos.

Buscando esa luz del pasado se ilumina nuestro presente, y es que todo el poemario está atravesado por una especie de luz a la que se aferra Aurora Luque, quizás como la única o la última forma de redención de nuestro tiempo. Una luz de cultura y belleza, generadora de emociones, y que la poeta almeriense ha ido sumando a lo largo de su vida. También este libro tiene mucho de navegación por sí misma, de genealogía íntima, que necesita no solo del verso sino también de pequeñas prosas que sitúen ciertos hitos vitales importantes para el hoy. En uno de ellos escribe: «La luz busca traductores que la entiendan». Y a eso es, precisamente, en lo que se enfrasca nuestra gaviera, en otear el horizonte para entender esa luz que asoma tras esa línea que delimita lo conocido de lo ignoto, haciendo de esa luminiscencia una tea imprescindible para conducirnos por el mundo.

A todo esto debemos sumarle otro componente más que siempre está presente en la obra de Aurora Luque. La conquista de ese carácter nectáreo de la palabra, esa sensualidad que desprende siempre una poesía que es gozo y felicidad para el lector, de ahí que muchos de sus poemas giren en torno a esa búsqueda, a esa Ítaca a la que es necesario retornar para encontrar todo el sentido a lo que hacemos. Pero también esa búsqueda se dirige hacia quienes, antes que ella, han hecho esa misma travesía, atravesando mares encrespados, desafiando los más fieros peligros y buscando en su interior el acceso a esa belleza. Emociona, en este sentido, poemas como ‘Un periscopio con el horizonte’, en el que se destaca al libro como uno de esos elementos que nos permiten divisar esos horizontes futuros capaces de contener «fabulosos veranos envasados», «bálsamos para el mal de la rutina», «formas apasionadas de amistad»..., y es que pocas maneras mejores nos podemos encontrar de definir lo que puede suponer un libro para cada uno de nosotros.

Junto a todos esos libros reposará ‘Un número finito de veranos’, libro galardonado con la gloria del reconocimiento oficial, pero que junto sus compañeros de estantería no duden que comandará nuevas expediciones por un mar que es más que un mar físico. Es mar de emociones, mar de sensaciones y de estremecimientos ante lo que Aurora Luque es capaz de convocar en un puñado de páginas, ni más ni menos que aquello que fuimos, aquello que somos.



Publicado no Diario de Pontevedra 21/01/2023

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