Es un milagro dentro del ecosistema de las galerías de arte. La existencia de Borrón-4 desde el seductor Cambados, de piedras blasonadas y aires cargados de aromas salados, se ha convertido en un faro para los artistas, ya no solo del Salnés, a los que hace brillar con luz propia, sino para todos aquellos a los que Luis supo capturar para su grey, esa cartera de artistas que todo galerista debe tener en defensa de un proyecto. Luis Silvoso ha fallecido, inesperadamente, un rayo fulminante para tantos artistas, para tantos amigos y por encima de todo, para su propia familia. Su galería es modesta en tamaño, quizás también en pretensiones, pero Luis fue capaz de dignificar a todos aquellos a los que ‘representaba’ a través de una galería que logró un sitio propio. No intentaba competir con los grandes, competía con si misma para que todos sus artistas se sintiesen cómodos formando parte de esa familia. No gastaré líneas llorando a Luis, recordando su amabilidad o su contagiosa emoción a la hora de hablar de las piezas que llevaba a las ferias. No le habría gustado una retahíla de aduladores adjetivos, preferiría que emplease estas palabras en hablar de sus artistas, y sobre todo de sus obras, de aquello que a él tanto le conmovía. Cuando estemos ante alguna de ellas, recordaremos siempre su ausencia, tan rotunda como los vacíos esculpidos por Manolo Paz, Francisco Pazos o Marcos Juncal.
Publicado en Diario de Pontevedra 15/10/2011
Fotografía: Luis Silvoso conversa con el artista Manolo Dimas en la galería Borrón-4
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