CLÁSICOS PARA UN VERANO Los vaivenes políticos de los Estados Unidos en los setenta fueron terreno abonado para este tipo de películas a partir de una obra emblemática: ‘Todos los hombres del presidente’. Las investigaciones realizadas por los periodistas del ‘The Washington Post’, Carl Bernstein y Bob Woodward en torno al caso ‘Watergate’, causa final de la dimisión del presidente Richard Nixon, son el motivo de una película muy cercana en el tiempo a un hecho histórico trascendental.
El 9 de agosto de 1974 el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon anunciaba su dimisión del cargo. La que fue la primera dimisión de un presidente americano dejaba al país en un estado de shock. Dos años más tarde, un joven realizador, Alan J. Pakula, dirigía la adaptación del libro que los periodistas Carl Bernstein y Bod Woodward, habían publicado unos meses antes dando a conocer una serie de investigaciones que desembocaron en el conocido caso ‘Watergate’. Un suceso todavía muy reciente en la historia de América, y que se encontraba muy presente en la vida pública estadounidense. Con la presencia de dos de las estrellas emergentes del momento, Dustin Hoffman tras ‘El graduado’ y ‘Cowboy de medianoche’ y Robert Redford tras éxitos como ‘Dos hombres y un destino’ y, solo un año antes, ‘El golpe’, el director crea un vigoroso y atractivo retrato de ese momento de la convulsa política de los Estados Unidos y que permite además ofrecer un espectáculo visual y narrativo mucho más rico de lo que puede parecer a priori.
La película nos va a presentar un soporte en formato thriller, género que comenzaba a aparecer con fuerza en estos momentos y del que muchos directores pertenecientes a esta nueva generación se convertirán en grandes representantes, para permitir así que el espectador se enganche a la historia.
Otra perspectiva de gran interés será la que retrate el trabajo en la prensa convirtiéndose ‘Todos los hombres del presidente’ en una película emblemática para conocer como el cine retrata a ese cuarto poder. Si antes su presencia cinematográfica fue muy escasa, sí hay que destacar los trabajos de Billy Wilder, ‘El gran carnaval’ o, en ese mismo año, ‘Primera Plana’, donde la visión para nada complaciente del director con la prensa queda reflejada desde su amarga lucidez. En el título que nos ocupa el tratamiento muestra una gran fidelidad a la realidad, y a lo que debe ser el trabajo en los medios de comunicación, de ello se sirve Alan J. Pakula para hacer, sin duda alguna, la que es su mejor obra.
Uno de los muchos aspectos de interés de la cinta es esa relación con el mundo periodístico, quizás sea la película más realista sobre ese tema, y la que realiza una defensa a ultranza de la libertad de expresión, no solo como la gran arma del periodista, sino como una poderosa conciencia de lo que es la realidad de un país.
Las disputas entre los periodistas, Carl Bernstein, mucho más impulsivo; frente al reflexivo, Boodward; o su relación con el director del ‘The Washington Post’ marcan esas tensiones que siempre hay dentro de una redacción y más, cuando el tema que se investiga es tan delicado. También se deben destacar el papel de los secundarios, desde ese director hasta la ‘garganta profunda’, el conocido confidente de Boodward que le va ofreciendo las claves para llegar hasta el final.
Unas discusiones capaces de transmitir la verdad, y eso es muy difícil, cuando se habla de un asunto tan complejo que puede llegar a cansar al espectador por la cantidad de datos, nombres y relaciones, pero el director sabe mantener vive ese interés gracias a ese manejo de la película como si se tratase de un thriller. Esa naturalidad le concede a la película una suerte de carácter documental, ya que tanto los escenarios como la forma de filmar son tremendamente realistas y se juega en gran medida con la puesta en escena. Así, la redacción del periódico, el lugar donde se busca desentrañar la verdad y aclarar las cosas, es un lugar que siempre aparece iluminado de una manera muy poderosa, mientras, y en contraste, los planos que se ofrecen de la Casa Blanca , siempre muestran un lugar oscuro y casi siniestro.
No cabe duda de que el cine de los años setenta estaba muy implicado en la concienciación social, el arte como arma de reflexión. Alan J. Pakula destacó siempre por su compromiso y en esta película deja bien claro su interés por que el espectador se pregunte por la necesidad de la libertad de expresión como parte esencial de la democracia y la importancia de que en ésta existan personas preocupadas por llegar hasta el final, incluso poniendo demasiadas cosas en juego. Compone así una película esencial para comprende el cine de los años setenta y también a esa sociedad norteamericana que aquí se muestra con una frialdad y verosimilitud que la hacen converger a la historia.
De las ocho nominaciones obtenidas en los Oscar, venció en cuatro de ellas, galardones que evidencian los puntos fuertes de la película: el guión adaptado, la dirección artística, el sonido y el actor Jason Robards, quien encarna al director del The Washington Post: la razonada búsqueda de una verdad amenazada por tanta oscuridad.
Próxima película. 'La guerra de las galaxias' (George Lucas, 1977)
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 29/07/2012
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