luns, 18 de novembro de 2019

Verdad

[Ramonismo. 2]
Un cofre de tesoros flamencos es el que nos ofrece Rocío Márquez en su último disco ‘Visto en El Jueves’


ALEJADA DE los estereotipos del flamenco Rocío Márquez (Huelva, 1985) pone con su voz patas arriba ese universo musical y el alma de quien la escucha. Su voz, impregnada de esa verdad tan obligada en un cante racial, es un hilo conductor desde la memoria del flamenco hasta nuestros días, reuniendo, bajo un mismo palo, tradición y renovación. Esos elementos confluyen de manera afortunada en su último trabajo, ‘Visto en El Jueves’, una exploración desde esa memoria del flamenco que sirve, como la propia cantaora apunta, como «la celebración de nuestro compromiso».
Y es que ese compromiso es el que alumbra todo este trabajo. Un electrizante recorrido por cantes y canciones del mundo flamenco: Pepe Marchena, José Menese, Manuel Vallejo, El Cabrero, Turronero, Bambino o Paco Ibáñez, entre otros, son el sustrato al que Rocío Márquez aporta su identidad, y ahí es donde se disparan estas canciones, desde una voz limpia y generosa, entornada en las más dispares emociones que hacen de esas letras una exaltación de la vida, un rasguño interno que es donde esa música alcanza todo su misterio y emoción.
En Galicia no estamos muy acostumbrados a estes sones, a esas guitarras que parecen querer hablar-¡qué maravilla en este disco la guitarra de Juan Antonio Suárez Cano!- pero simplemente, con un poco de interés y atención, les aseguro que estas canciones se les prenderán en la memoria, de la que vienen y a la que Rocío Márquez, en un ejercicio de honestidad con su trabajo, quiere reverenciar.
Está la cantaora de Huelva recogiendo los frutos de muchos esfuerzos y horas de estudio que eclosionaron de manera definitiva con su triunfo en esa universidad del flamenco que es el certamen de la Lámpara Minera en La Unión, que conquistó en 2008. Antes había estudiado piano y cante, y en Sevilla, desde los quince años, se fue adentrando en el estudio del flamenco de manera más intensa. Graduada en Educación Musical por la Universidad de Sevilla. Máster de Estudios avanzados de flamenco y con una tesis sobre la técnica vocal en la historia del flamenco. Profesora y conferenciante sobre el flamenco vemos como su aproximación a él es de una solidez abrumadora, de un conocimiento de todo ese andamiaje que durante décadas y décadas ha sostenido a numerosos cantantes y músicos desde una vertiente más basada en la experiencia de tablaos y palmas que desde el conocimiento intelectual de este género musical, como en nuestra protagonista.
Desde aquel triunfo en Las Minas se dispara su presencia en festivales y eventos musicales, también sus discos comienzan a difundir esa expresión suya donde una pasión se ve enriquecida por todo ese aprendizaje y formación desde el universo más clásico del cante jondo, pero al que Rocío Márque ha sabido generar una nueva perspectiva, la que surge de las fusiones, del propio concepto del flamenco como arte de hibridación de músicas.
En ese buscar en el pasado Rocío Márquez se echó al rastro sevillano, a un mercadillo que en la capital andaluza se celebra los jueves y allí, entre grabaciones que se pensaban caducadas, ella recuperó cantes y canciones a los que inoculó su fuerza. Esa que nos conecta con títulos como ‘Trago amargo’, ‘Se nos rompió el amor’, ‘Entorna la puerta’, ‘Luz de luna’ o un ‘Andaluces de Jaén’, junto a Kiko Veneno, que remata el disco de una manera antológica. Un trabajo en el que en cualquier canción, en cualquier parada en esas diferentes estaciones del flamenco hay algo nuevo, un pellizco que te acerca a esa dimensión de la música que, por muy poca conexión que puedas tener con ella, te acaba conquistando.
Esa conexión también se establece a partir del soporte físico con el que se presenta un disco con un diseño muy atractivo y lleno de unos cuidados dibujos de Manuel León, así como la tipografía que nos conduce a un disco moderno y atrevido, en consonancia con esa visión del flamenco cantado en 2019 y no, como si siguiésemos en el siglo pasado. Pocas bendiciones mejores puede tener el flamenco que cantaoras como Rocío Márquez, una mujer que escapa del muchos tópicos, pero que respeta, como pocas, todo lo que se vincula al universo flamenco, contribuyendo a su difusión desde el máximo respeto. De ahí la importancia de su reciente aparición en el fantástico y tan necesario programa de ‘La hora musa’ en La 2, con una actuación en la que cantó, hasta el estremecimiento, el primer tema del disco ‘Luz de luna’, y que situó al flamenco en igualdad de condiciones con otras opciones musicales, algo hasta hace poco prácticamente imposible.
Verdad, es la que se respira en este disco que, cuando uno lo escucha una vez, no puede alejarse demasiado de él, dejándose llevar por las tonalidades de una voz limpia que ejecuta esas músicas históricas mano a mano con una guitarra inmensa. Rocío Márquez coloca así las piedritas para no perderse en el camino del flamenco, la piedritas que encontró en ese mercado sevillano y que sirven para señalar toda una historia enorme, de maestros y canciones que fueron haciendo del flamenco una parte sustancial de nuestra cultura, demasiadas veces maltratada por ciertos atavismos, pero que también necesita de cierto reverdecimiento, de nuevas voces que lo aproximen más allá de sus centros neurálgicos y popularicen una manera de cantar singular y que se agarra al interior de quien lo escucha de una manera infrecuente en otro tipo de canciones con cada vez con menos esencia y también sustancia.
Sensaciones de palabras y guitarras que parten de los escenarios y se vuelcan en este trabajo más que recomendable para sentir un nuevo flamenco de memoria y el intimismo de mente y corazón de una cantaora que está llamada a ser la gran voz del flamenco en los próximos años. ‘Visto en El Jueves’ es la celebración del compromiso de una mujer con sus raíces, con una cultura y con un sentir emocionante.



Publicado en Diario de Pontevedra 16/11/2019
Fotografía: Rocío Márquez en un balcón de Madrid. (Víctor Lerena. Efe)

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