[Ramonismo. 2]
Un cofre de
tesoros flamencos es el que nos ofrece Rocío Márquez en su último
disco ‘Visto en El Jueves’
ALEJADA DE los
estereotipos del flamenco Rocío Márquez (Huelva, 1985) pone con su
voz patas arriba ese universo musical y el alma de quien la escucha.
Su voz, impregnada de esa verdad tan obligada en un cante racial, es
un hilo conductor desde la memoria del flamenco hasta nuestros días,
reuniendo, bajo un mismo palo, tradición y renovación. Esos
elementos confluyen de manera afortunada en su último trabajo,
‘Visto en El Jueves’, una exploración desde esa memoria del
flamenco que sirve, como la propia cantaora apunta, como «la
celebración de nuestro compromiso».
Y es que ese compromiso
es el que alumbra todo este trabajo. Un electrizante recorrido por
cantes y canciones del mundo flamenco: Pepe Marchena, José Menese,
Manuel Vallejo, El Cabrero, Turronero, Bambino o Paco Ibáñez, entre
otros, son el sustrato al que Rocío Márquez aporta su identidad, y
ahí es donde se disparan estas canciones, desde una voz limpia y
generosa, entornada en las más dispares emociones que hacen de esas
letras una exaltación de la vida, un rasguño interno que es donde
esa música alcanza todo su misterio y emoción.
En Galicia no estamos
muy acostumbrados a estes sones, a esas guitarras que parecen querer
hablar-¡qué maravilla en este disco la guitarra de Juan Antonio
Suárez Cano!- pero simplemente, con un poco de interés y atención,
les aseguro que estas canciones se les prenderán en la memoria, de
la que vienen y a la que Rocío Márquez, en un ejercicio de
honestidad con su trabajo, quiere reverenciar.
Está la cantaora de
Huelva recogiendo los frutos de muchos esfuerzos y horas de estudio
que eclosionaron de manera definitiva con su triunfo en esa
universidad del flamenco que es el certamen de la Lámpara Minera en
La Unión, que conquistó en 2008. Antes había estudiado piano y
cante, y en Sevilla, desde los quince años, se fue adentrando en el
estudio del flamenco de manera más intensa. Graduada en Educación
Musical por la Universidad de Sevilla. Máster de Estudios avanzados
de flamenco y con una tesis sobre la técnica vocal en la historia
del flamenco. Profesora y conferenciante sobre el flamenco vemos como
su aproximación a él es de una solidez abrumadora, de un
conocimiento de todo ese andamiaje que durante décadas y décadas ha
sostenido a numerosos cantantes y músicos desde una vertiente más
basada en la experiencia de tablaos y palmas que desde el
conocimiento intelectual de este género musical, como en nuestra
protagonista.
Desde aquel triunfo en
Las Minas se dispara su presencia en festivales y eventos musicales,
también sus discos comienzan a difundir esa expresión suya donde
una pasión se ve enriquecida por todo ese aprendizaje y formación
desde el universo más clásico del cante jondo, pero al que Rocío
Márque ha sabido generar una nueva perspectiva, la que surge de las
fusiones, del propio concepto del flamenco como arte de hibridación
de músicas.
En ese buscar en el
pasado Rocío Márquez se echó al rastro sevillano, a un mercadillo
que en la capital andaluza se celebra los jueves y allí, entre
grabaciones que se pensaban caducadas, ella recuperó cantes y
canciones a los que inoculó su fuerza. Esa que nos conecta con
títulos como ‘Trago amargo’, ‘Se nos rompió el amor’,
‘Entorna la puerta’, ‘Luz de luna’ o un ‘Andaluces de
Jaén’, junto a Kiko Veneno, que remata el disco de una manera
antológica. Un trabajo en el que en cualquier canción, en cualquier
parada en esas diferentes estaciones del flamenco hay algo nuevo, un
pellizco que te acerca a esa dimensión de la música que, por muy
poca conexión que puedas tener con ella, te acaba conquistando.
Esa conexión también
se establece a partir del soporte físico con el que se presenta un
disco con un diseño muy atractivo y lleno de unos cuidados dibujos
de Manuel León, así como la tipografía que nos conduce a un disco
moderno y atrevido, en consonancia con esa visión del flamenco
cantado en 2019 y no, como si siguiésemos en el siglo pasado. Pocas
bendiciones mejores puede tener el flamenco que cantaoras como Rocío
Márquez, una mujer que escapa del muchos tópicos, pero que respeta,
como pocas, todo lo que se vincula al universo flamenco,
contribuyendo a su difusión desde el máximo respeto. De ahí la
importancia de su reciente aparición en el fantástico y tan
necesario programa de ‘La hora musa’ en La 2, con una actuación
en la que cantó, hasta el estremecimiento, el primer tema del disco
‘Luz de luna’, y que situó al flamenco en igualdad de
condiciones con otras opciones musicales, algo hasta hace poco
prácticamente imposible.
Verdad, es la que se
respira en este disco que, cuando uno lo escucha una vez, no puede
alejarse demasiado de él, dejándose llevar por las tonalidades de
una voz limpia que ejecuta esas músicas históricas mano a mano con
una guitarra inmensa. Rocío Márquez coloca así las piedritas para
no perderse en el camino del flamenco, la piedritas que encontró en
ese mercado sevillano y que sirven para señalar toda una historia
enorme, de maestros y canciones que fueron haciendo del flamenco una
parte sustancial de nuestra cultura, demasiadas veces maltratada por
ciertos atavismos, pero que también necesita de cierto
reverdecimiento, de nuevas voces que lo aproximen más allá de sus
centros neurálgicos y popularicen una manera de cantar singular y
que se agarra al interior de quien lo escucha de una manera
infrecuente en otro tipo de canciones con cada vez con menos esencia
y también sustancia.
Sensaciones de palabras
y guitarras que parten de los escenarios y se vuelcan en este trabajo
más que recomendable para sentir un nuevo flamenco de memoria y el
intimismo de mente y corazón de una cantaora que está llamada a ser
la gran voz del flamenco en los próximos años. ‘Visto en El Jueves’ es la celebración del compromiso de una mujer con sus
raíces, con una cultura y con un sentir emocionante.
Publicado en Diario de Pontevedra 16/11/2019
Fotografía: Rocío Márquez en un balcón de Madrid. (Víctor Lerena. Efe)
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