Se fue el Rey a celebrar la II República tan lejos como pudo, y así, escopeta en mano, fue a dar con sus huesos a Botsuana, donde al parecer se pueden cazar todo tipo de bichos previo paso por caja. No se me ocurre mejor retiro para las huestes Juancarlistas. Calor y abundancia de presas, en lo que sería una magnífica reserva para que el monarca siguiese jugando a tiempos pasados, a coronas deslumbrantes y a súbditos a los que no se les rinden cuentas de lo que son las cuentas de todos.
El resbalón real dejó al descubierto la tan vendida conexión de la monarquía con su pueblo, la misma que tan bien ha sido tratada en base a unos servicios cuya cuenta está ya de sobra saldada. Ahora no cesaremos de ver fotos de familia y discursos de aliento ante la crisis, pero los disparos retumbarán durante mucho tiempo, tanto, que algunos ya ven a los elefantes con su piel tricolor.
Publicado en Diario de Pontevedra 16/04/2012
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