A lo largo del mes de febrero la Galería Sargadelos
de Pontevedra nos muestra el trabajo fotográfico de Borja Mucientes. Una mirada
hecha a traición a toda una serie de personas a las que nunca veremos sus
rostros, de las que no sabremos jamás nada de sus rasgos. Simplemente nos
situaremos tras ellos para atrapar, junto al fotógrafo, lo que semeja ser un
gesto íntimo, un instante que cada uno de los protagonistas cree que es solo
suyo y que, desde la acción de Borja Mucientes, se convierte en un instante colectivo
del que ya formamos parte.
Ver sin ser visto. Así funciona un ‘voyeur’, así funciona un fotógrafo.
Así funciona un artista que quiere hacernos partícipes de un relato. Este es el
caso del pontevedrés Borja Mucientes. Desde hace un par de años reside en
Londres, y allí, entre varios proyectos cinematográficos y audiovisuales no ha
descuidado su pasión por la fotografía.
Han sido dos años realizando miles de fotografías, un extenuante trabajo
de campo para captar a cientos, miles de personas en un instante de sus vidas.
Una intromisión a traición, por la espalda, como un forajido del lejano Oeste.
Pero a Borja Mucientes ese lado perverso no le avergüenza, al contrario, es la
actitud que necesita para mostrarnos su preocupación por la captación de ese
momento que el protagonista de cada una de las imágenes considera de su
propiedad. Una conversación telefónica, un descanso en la jornada laboral, una
espera en un aeropuerto, escribiendo un mensaje en el móvil, apoyado en un puente
observando el perfil urbano... todos ellos forman parte de esta colección de
fragmentos de vidas que el fotógrafo sitúa ante nosotros para que invadamos la
que cada uno de ellos entiende que es su intimidad. Será muy difícil que sepan
de este atraco, que unos segundos de sus vidas ya lo son nuestros.
Parece un argumento de una novela de Paul Auster, y quizás algún día lo
sea, ya que al artista norteamericano ha coqueteado en varias ocasiones con
idearios muy próximos a los aquí expuestos. La mirada contemporánea hacia la
ciudad dirime muchas de sus luchas desde esa condición de mirón del hombre
moderno que el arte ha refinado, pero que nunca dejará de mostrase como una
indiscreción que alimenta nuestra imaginación. Todas estas personas aparecen
solas, envueltas por una especie de burbuja que les aisla de la gran metrópoli
y que viene a ser la depuración formal y conceptual de un proceso que se inició
por parte del fotógrafo con imágenes de multitudes, que posteriormente se
fueron convirtiendo en grupos de personas y, por 'necesidades del guión',
acabaron siendo como árboles humanos en la ciudad.
Esa necesidad del guión es la que impulsa a todo creador, con
independencia de su ámbito de acción, a la conceptualización de su trabajo, a
la eliminación de aquello que se considera superfluo y que solo necesita de esa
esencia final para poseer la suficiente fuerza como para comportarse como parte
de un relato. Y así es, cada una de estas fotografías supone abrir una ventana
a cada una de esas historias personales, a la vida de unas personas que ignoran
que se acaban de convertir en parte de una historia común.
A esa gran historia nos acercamos al recorrer las imágenes que conforman
esta exposición denominada ‘Polas Costas’ en la Galería Sargadelos.
Fotografías de personas que cada cierto número se sustituyen por imágenes con
árboles o puertas, metáforas humanas que permanecen en pie tanto como los
secretos que se esconden tras esas puertas. Volvemos a esas espaldas para
finalizar ante un muro coronado por un alambre de espinos. Un frenazo que
clausura la exposición y que no hace más que situarnos ante esa barrera que
supone una presencia humana ante la nuestra.
Borja Mucientes no duda en dinamitar esa distancia física y así responder
a sus inquietudes sobre el comportamiento humano en relación a su hábitat, en
este caso un hábitat social de una gran urbe como lo es Londres. A priori
parecería que en esa ciudad uno nunca se podría sentir solo o aislado, pero son
nuestras propias actitudes o circunstancias, las que a lo largo del día hacen
que generemos un paréntesis en nuestra relación con la ciudad, las que aún
estando en ella, durante unos instantes nos deshagamos de su presencia para
buscar, en muchos casos, en nuestros propios pensamientos un poco de sosiego.
Caminar ante estas imágenes además de hacernos partícipes de un
itinerario por una de las ciudades más fascinantes, nos conduce a un viaje por
a través del ser humano y su relación con la ciudad. El lugar del que somos
parte, pese a que en ocasiones reneguemos, aunque no durante mucho tiempo, de
sus condiciones. Somos seres urbanos sometidos a sus dictados, pero eso no
debería ser un impedimento para buscar nuestro propio sitio, un descanso para
el espíritu en el que Borja Mucientes entra sin compasión para que veamos cómo
somos.
Una serie con la que este creador sigue madurando su discurso, aportando
experiencias de cara a un futuro en el que la imagen seguirá siendo su
transmisor de sensibilidades a través de una estética definida y nada casual.
Por lo tanto deberíamos seguir atentos al trabajo de este pontevedrés que desde
Londres mira al mundo de manera valiente y sin complejos, ya que quizás el
tiempo nos ponga ante un nombre de importancia en este campo. Para abrir boca
no se pierdan este inspirador deambular por Londres y las espaldas de sus
habitantes.
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 10/02/2013
Fotografía: Borja Mucientes
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