Ha fallecido Arthur C. Danto, y ustedes se preguntarán quien era ese hombre con nombre de autor de novelas futuristas, pues yo les cuento. A él se referían sus compañeros como «el crítico de arte más radical de los Estados Unidos» o como «alguien riguroso, despreocupado de estar a la última moda», o «una persona que no tiene igual en la crítica de arte americana... es el pensador contemporáneo sobre arte que todo intelectual interesado en el tema debe leer» y así podíamos llegar hasta el final de este texto relatando las glorias que los demás le han dedicado. Su muerte, ensombrecida por la alargada figura de Lou Reed (que manía tenía este hombre por oscurecer las cosas), se ha visto relegada a unas pequeñas líneas en medios especializados o en esos obituarios que días después de la muerte de algún personaje famoso reflexionan sobre lo hecho en vida por el finado. Pero nosotros, periódico en la vanguardia cultural y con una Facultade de Belas Artes a pocos metros de nuestra puerta no podíamos olvidarnos de un hombre capital para analizar el arte y la sociedad en nuestra época, y las conexiones existentes entre ambas disciplinas.
Qué caprichoso es el destino para que ambos nombres, vitales en sus campos respectivos de acción inscritos en la cultura norteamericana, fallecieran con tan solo unas pocas horas de diferencia. Los dos ya habían estado unidos por sus relaciones con una figura genial, como fue la de Andy Warhol. El músico y poeta, muy vinculado al icono norteamericano por su participación en la Factory de Warhol, se inspiró para componer muchas de sus inmarchitables canciones en algunos de los personajes que transitaban por ese universo iluminado por el sol de Warhol, mientras que fueron las interpretaciones filosófico-estéticas de Arthur C. Danto, las que confirieron el respaldo necesario a varias de las creaciones de Warhol más polémicas, como unas cajas de estropajos Brillo, el zumo de tomate Campbell, el ketchup Heinz o los copos de maíz de Kelloggs que traspasaban así su función cotidiana en la vida del ciudadano para convertirse en objetos artísticos dentro del incipiente capitalismo. El arte pop consideró que las cosas producidas en cadena no debían despreciarse en relación a las obras de arte que se guardaban en los museos. Desde esa perspectiva, que a muchos puede parecer una excentricidad, una de esas ‘cosas raras’ que el arte, desde el urinario de Duchamp, ha elevado a la categoría de objeto artístico, es desde la que Arthur C. Danto configura su pensamiento artístico alrededor de la belleza en el arte, lo que es arte o su propio final. Así libros como ‘Más allá de la caja de brillo’, ‘Qué es el arte’, ‘Después del fin del arte’ o ‘El abuso de la belleza’ son manuales de referencia para estudiar las conexiones del arte con nuestro tiempo y para entender cómo ese periodo de la cultura norteamericana, el mismo al que cantaba Lou Reed, marcó el futuro artístico hasta hoy, y de hecho todavía esas piezas se exhiben y cotizan en salas de todo el mundo y en subastas astronómicas.
No son pocos los que desprecian ese aspecto del arte, la trivialización de la capacidad del artista para crear, desacreditándolo, al considerarlo una rareza, como si no hubiera suficientes cosas raras a nuestro alrededor y que poco tienen que ver con el arte. Como que una ex ministra de Cultura sea galardonada en un certamen literario un par de años después de su marcha del ministerio, que un padre y su hijo compartan los cargos de presidente y entrenador en un club de fútbol, que Felipe González aliente la creación de una Fundación para estudiar su propia figura, que un hombre vestido de cura entre en la vivienda de Luis Bárcenas empuñando un arma, que Fernández de Sousa demande a la empresa que ha llevado a la ruina por despido improcedente, que se grabe a un concejal durante una reunión con representantes del sector funerario, que la gente vaya a comprar lotería de Navidad a Angrois, que por primera vez haya logrado un Premio Nacional de Poesía un libro en gallego.... y es que ya se echa de menos una canción sobre el lado oscuro de nuestra sociedad y un ensayo que teorice sobre tantas rarezas.
Publicado en Diario de Pontevedra 2/11/2013
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