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Por la rue de Varennes entraron en la rue Vaneau. Lloviznaba,
y la Maga se colgó todavía más del brazo de Oliveira, se apretó contra su
impermeable que olía a sopa fría. Etienne y Perico discutían una posible
explicación del mundo por la pintura y la palabra. Aburrido, Oliveira pasó el
brazo por la cintura de la Maga. También eso podía ser una explicación, un
brazo apretando una pintura fina y caliente, al caminar se sentía el juego leve
de los músculos como un lenguaje monótono y persistente, una Berlitz obstinada,
te quie-ro te quie-ro te quie-ro. No una explicación: verbo puro, que-rer,
que-rer. "Y después siempre, la copula", pensó gramaticalmente
Oliveira. Si la Maga hubiera podido comprender como de pronto la obediencia al
deseo lo exasperaba, inútil obediencia solitaria había dicho un poeta,
tan tibia la cintura, ese pelo mojado contra su mejilla, el aire Toulouse
Lautrec de la Maga para caminar arrinconada contra él. En el principio fue la
copula, violar es explicar pero no siempre viceversa. Descubrir el método
antiexplicatorio, que ese te quie-ro te quie-ro fuese el cubo de la rueda. Y el
Tiempo? Todo recomienza, no hay un absoluto. Después hay que comer o descomer,
todo vuelve a entrar en crisis. El deseo cada tantas horas, nunca demasiado
diferente y cada vez otra cosa: trampa del tiempo para crear las ilusiones.
"Un amor como el fuego, arder eternamente en la contemplación del Todo.
Pero en seguida se cae en un lenguaje desaforado."
(...)
104
“La vida,
como un comentario de otra cosa que no alcanzamos, y que está ahí al alcance
del salto que no damos. La vida, un ballet sobre un tema histórico, una
historia sobre un hecho vivido, un hecho vivido sobre un hecho real. La vida,
fotografía del número, posesión en las tinieblas (¿mujer, monstruo?), la vida,
proxeneta de la muerte, espléndida baraja, tarot de claves olvidadas que unas
manos gotosas rebajan a un triste solitario.”
138
A
la Maga y a mí nos ocurre a veces profanar nuestros recuerdos. Depende de tan
poco, el malhumor de una tarde, la angustia de lo que puede ocurrir si
empezamos a mirarnos en los ojos. Poco a poco, al azar de un diálogo que es
como un trapo en jirones, empezamos a acordarnos. Dos mundos distantes, ajenos,
casi siempre inconciliables, entran en nuestras palabras, y como de común
acuerdo nace la burla. Suelo empezar yo, acordándome con desprecio de mi antiguo
culto ciego a los amigos, de lealtades mal entendidas y peor pagadas, de
estandartes llevados con una humilde obstinación a las ferias políticas, a las
palestras intelectuales, a los amores fervorosos. Me río de una honradez
sospechosa que tantas veces sirvió para la desgracia propia o ajena, mientras
por debajo las traiciones y las deshonestidades tejían sus telas de araña sin
que pudiera impedirlo, simplemente consintiendo que otros, delante de mí,
fueran traidores o deshonestos sin que yo hiciera nada por impedirlo,
doblemente culpable. Me burlo de mis tíos de acrisolada decencia, metidos en la
mierda hasta el pescuezo donde todavía brilla el cuello duro inmaculado. Se
caerían de espaldas si supieran que están nadando en plena bosta, convencidos
el uno en Tucumán, y el otro en Nueve de Julio de que son un dechado de
argentinidad acrisolada (son las palabras que usan). Y sin embargo tengo buenos
recuerdos de ellos. Y sin embargo pisoteo esos recuerdos en los días en que la
Maga y yo tenemos la mufa de París y queremos hacernos daño.
(...)
Fragmentos
de 'Rayuela'
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http://ramonrozas.blogspot.com.es/2013/07/cortazar-paris-rayuela.htmlMás Cortázar en:
12 de
febrero de 1984. Fallece en París Julio Cortázar
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