Rue Saint-Antoine nº 170
Días de reivindicación del colectivo LGTB en la búsqueda de una reclamación de derechos, pero sobre todo de una normalización absolutamente necesaria para seguir entendiéndonos como especie en progreso. También desde la cultura se puede trabajar y avanzar en esa situación como hace Xosé M. Buxán Bran en el libro ‘Bellos y desconocidos’
Días de reivindicación del colectivo LGTB en la búsqueda de una reclamación de derechos, pero sobre todo de una normalización absolutamente necesaria para seguir entendiéndonos como especie en progreso. También desde la cultura se puede trabajar y avanzar en esa situación como hace Xosé M. Buxán Bran en el libro ‘Bellos y desconocidos’
No son
pocas las veces en las que todavía hoy se alude a la homosexualidad desde unos
términos despectivos que trivializan y hasta vulgarizan algo que debería ser
absolutamente normal. Inexplicables relaciones de odio y posiblemente en muchos
casos de imposibilidad para asumirse a uno mismo como ser humano nos sitúan
ante actitudes y actos tan incomprensibles como desterrables en un mundo que
debería estar siempre teñido de respeto y libertades.
Precisamente
este fin de semana las calles de numerosas ciudades se han llenado de
manifestaciones y expresiones de libertad que, por ejemplo, en el caso de
Madrid se iniciaban bajo dos lemas: «leyes por la igualdad» y «año de la
visibilidad sexual en la diversidad». Reclamaciones a las que hoy estamos
acostumbrados pero a las que hace unos años, cuanto más si viajamos hacia atrás
en el tiempo, se convertían en auténticas quimeras del muismo modo que en losas
insalvables para los que se veían como seres marginados por sus identidades
sexuales.
Intentar
esa normalización y visibilidad no solo tiene en las calles o en ámbitos más
permeables de la sociedad su mayor reclamo, sino que el arte, siempre atento a
lo que sucede en su ecosistema, también debe jugar su papel. Trabajos como el
recientemente realizado por el profesor titular de la pontevedresa Facultade de
Belas Artes, Xosé M. Buxán Bran, nos sitúan ante esa posibilidad del arte para
hacerse eco a través de una metodología y un corpus de trabajo de una
reclamación soterrada por el tiempo y la cortedad de miras de una sociedad
siempre lenta, muy lenta, cuando se trata de ayudar al ser humano a fijar sus
derechos.
‘Bellos y desconocidos’ es un maravilloso
trabajo en el que se asoma la reflexión y el análisis sobre lo que ha sido la
presencia masculina en el mundo de la fotografía desde su aparición, a finales
del siglo XIX, pero sobre todo a lo largo del siglo XX, en el que la fotografía
de estudio se entendía como una especie de salvaguarda de la esencia de cada
uno de los protagonistas. Fotografías para tener, para guardar en álbumes
familiares o personales, pero también para enviar, para acompañar a otras
personas que necesitaban tener cerca esa imagen en unos tiempos en los que la
imagen, limitada a la fotografía o al cine, eran un bien escaso. A estos pequeños
tesoros el paso de los años los ha ido abandonando, despojando de su valor como
pertenencia íntima, y se han ido depreciando como tal, hasta el punto de ser
orillados, marginados, en mercadillos o almonedas. Vidas lanzadas al desamparo
que ahora forman parte de una nueva vida, de una nueva familia que une a varios
de estos personajes, absolutamente anónimos y desconocidos para el autor del
libro, quien a partir de ese punto, también faceta su labor como artista,
configurando un trabajo desde la memoria, el estudio de la fotografía, las
modas, y los cánones estéticos del hombre. Todo este corpus se estructura desde
diferentes capítulos, que nos dan una compilación de esa fisonomía, siempre
estamos hablando de fotografías en primer plano, en blanco y negro, en las que
la indumentaria, la manera de acicalarse, e incluso la mirada, redefinen cada
uno de esos itinerarios. ‘Bigotes y barbas’, ‘Jóvenes y ufanos’, ‘Boquitas y
pinturas’, ‘Uniformados y marciales’. Son esos apartados en los que se
reconocen diferentes situaciones a la hora de que cada hombre afronte su imagen
frente al resto de la sociedad, con más o menos descaro, con más o menos
libertad, con más o menos intención, con más o menos provocación, pero siempre
entendiéndose como un ser único.
Lo
acertado de la propuesta es cómo una colección particular, formada a lo largo
de muchos años de viajes y compras, establece un parangón en esa fisonomía del
hombre. Como imágenes procedentes de las ubicaciones más diversas generan
un corpus de trabajo homogéneo que permite hacer de esas imágenes testimonios
de un tiempo y rescatar unas vidas de gente corriente, sin más pretensiones que
las de la vida, pero a las que la mirada puede llegar a convertir en cánones de
belleza al estilo de los héroes clásicos o las estrellas del cine de Hollywood.
De
gran utilidad para seguir esta temática es un apartado que el autor nos propone
sobre un interés que en los últimos tiempos ha visto un gran incremento en sus
publicaciones. Trabajos que desde diferentes latitudes escapan de la norma más
habitual de reproducir imágenes de personajes famosos, de rostros populares,
pero que ahora se ven sustituidos para el anonimato y la cotidianeidad. Junto a
cada título se nos explican los motivos de la obra y sus contenidos, así como
sus propuestas para la identificación de diferentes roles homosexuales.
Xosé
M. Buxán Bran y la editorial Laertes, a partir no ya solo de la apuesta por el
tema, sino por la cuidada y excelente edición realizada, nos colocan ante una
perspectiva muy interesante sobre la condición visual de la homosexualidad y su
representación desde la fotografía. Un tratamiento lleno de bellezas
desconocidas para conocernos a nosotros mismos, y para visibilizar una parte
más de nuestra sociedad.
Publicado en Diario de Pontevedra 5/06/2016
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