Siempre es una buena noticia para una
ciudad la apertura de un nuevo espacio cultural. Un refugio en el que ampararse
de la que está cayendo ahí fuera gracias a la caricia que ofrece cualquier
disciplina artística. Partiendo de esa situación la alabanza se incrementa
cuando te encuentras un espacio como Nemonon,
una nueva oferta que parte de la arquitectura, disciplina de trabajo de su
propietario, Mauro Lomba, pero que
se expande desde ese término griego que alude a la negación de la nada, es
decir al todo, para proponernos un parnaso artístico, una acción global en la
que pueden tener cabida todas las disciplinas humanísticas. Y como las cosas se
pueden hacer bien, mal o regular, con entrar en esa sala de exposiciones uno ya
se da cuenta de que aquí se han hecho de manera brillante. Una sala recuperada
magníficamente como ámbito expositivo en la que las ventanas de su arquitectura
dirigen nuestras miradas hacia un entorno privilegiado: los Jardines de Vincenti, el Instituto Valle Inclán, las copas de
los camelios de la calle Frei Tomás de
Sarria, es decir, Pontevedra por
todas las esquinas que rodean a este edificio emblemático, Villa Pilar, en el que parece que el tiempo se ha detenido y te
adentras en una nueva realidad subiendo sus monumentales escaleras, pasando
junto a una bellísima escultura de un trabajador portando una luz, la perfecta
metáfora de la fusión entre el mundo de las ideas y del trabajo. Ya solo gozar
de lo que supone habitar una arquitectura con tanto peso es una bendición, pero
cuando accedes a la sala de exposiciones esa sensación de sosiego que solo el
arte es capaz de producir se incrementa gracias a la obra de Xaquín Chaves, el artista que con buen
tino inicia la andadura de esta sala, y es que el lirismo pictórico de las
obras de Xaquín Chaves le concede al espacio una sensación de levedad
asombrosa. La interpretación que de diferentes momentos de la naturaleza se
traducen en sus pinturas y esculturas son un puro goce estético de un pintor
que cada vez pinta mejor, que cada vez condensa de una manera más emocionante
lo que sucede a su alrededor y que cada vez se expresa de una manera más
poderosa a partir del material, ya sea éste materia pictórica o elementos de la
naturaleza que revitalizan su dimensión originaria para reinterpretarse como
objetos artísticos.
Ejercicios lumínicos, nubes, paisajes,
territorios entre lo real y lo irreal conforman esta exposición que el pintor
de Vilaxoán integra de manera
perfecta en las paredes de la sala, buscando la conexión con el exterior, con
las palmeras y con esas camelias que se lanzan a brotar cuando el invierno
anuncia de manera definitiva su presencia. Colores de un exterior que
comparamos con los de los cuadros del pintor, con esas pinceladas que se
apoderan de una superficie convertida ya en un territorio puramente emocional,
en el que la tradicional impresión pictórica buscada en un instante concreto al
enfrentarse con el medio natural se convierte en una poetización de lo visto, o
mejor dicho, de lo sentido. Al fin y al cabo lo que Xaquín Chaves consigue es
pintar sentimientos, rimarlos como versos a través de una gestualidad que queda
impresa en un cuadro que discute sus propios límites plásticos para sugerir esa
narrativa de lo vivido. Con independencia de su tamaño, desde el enorme
Equinoccio, que le presta su título al conjunto de la exposición, hasta otras
pequeñas piezas que colonizan otras estancias de Villa Pilar, esa sensación se
consigue y se transmite plenamente a un visitante que, por otra parte, no deja
de fijarse en los detalles de ese interior de Villa Pilar adecuado a la nueva
arquitectura que Mauro Lomba integra en la original de principios del siglo XX
resucitada un siglo después. En esas piezas Xaquín Chaves también baliza sus
referentes culturales, Oteiza, Rothko... miradas a esas otras esencias
de la admiración y del aprendizaje, que se van integrando con la de esa gran
maestra que es la naturaleza, protagonista absoluta de esta exposición que
inicia una andadura como galería esperemos que a la altura de este debut
magnífico y que ojalá haga de Villa Pilar un punto de acción clave en la
cultura de una ciudad que vive una agitación en ese aspecto llena de
posibilidades, con nuevos proyectos, nuevos agentes, en definitiva, con nuevos
protagonistas.
Publicado en Diario de Pontevedra 17/12/2016
Fotografía David Freire
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