Su segunda
exposición en la península revisa, desde Pontevedra, la obra de la
autora gala
Hay una serie de
nombres que se mantienen como sagrados en el olimpo de los mitos
vivos del cine. En Europa uno de ellos es el que encarna esta mujer,
esposa durante casi treinta años de otro gigante del cine, Jacques
Demy. Agnés Varda representa una mirada especial desde su propia
obra, aposentada en su interés por la fotografía y posterior paso
al mundo del cine de ficción y al documental. Cuando en 1961 estrena
‘Cleo de 5 a 7’ solo habían pasado dos años desde que dos
genios como Jean-Luc Godard y François Truffaut habían dirigido dos
de los manifiestos fílmicos de la ‘Nouvelle Vague’, ‘Al final
de la escapada ‘ y ‘Los cuatrocientos golpes’, respectivamente.
Su obra, planteada desde una perspectiva femenina que nunca abandonó
desde una clara conciencia reivindicativa, se alineó junto a la de
esos creadores como una más. A partir de ahí llegaron en torno a
cuarenta trabajos más desde diferentes ámbitos de la imagen que la
consolidaron como un referente objeto de admiración por todo el
mundo del cine, sólo recordar la concesión el pasado año del Óscar
Honorífico de Hollywood, que se venía a sumar a premios de tanto
prestigio como la Palma de Oro de Cannes ,el León de Oro de Venecia
o el Premio Donosti del Festival de San Sebastián.
Pues este es el
personaje, en unas pocas líneas para aquellos que no lo conozcan, el
que hasta el 26 de agosto ocupa la totalidad del espacio expositivo
del Pazo da Cultura en la mayor muestra que ella misma y sus
colaboradores plantean en suelo peninsular tras la celebrada en
Sevilla en 2012. Francia, Nueva York o China acogieron muestras de su
trabajo, pero no con la ambición que se ha querido plantear desde
Pontevedra, junto al mar, un Atlántico que ha estado presente en su
obra como una percepción más de esa vida que ha inundado la
totalidad de sus trabajos, de sus miradas dirigidas a una realidad
que siempre le ha preocupado registrar en sus fotografías y rodajes.
Fotos, instalaciones
alrededor de sus filmaciones o las propias obras visuales, forman un
itinerario que nadie próximo a la cultura se debería perder. Uno de
esos tesoros que de cuando en cuando, y de manera tan sorprendente
como afortunada para nosotros, llegan a nuestros pies. Y es en esos
pies donde arranca su propuesta fotográfica, ‘La gente que
camina’, personas que pisan diferentes rincones del mundo, que se
funden con el entorno a través de las plantas de los pies en una
vinculación corpórea y sensitiva a partir de la cual se disponen
toda una serie de estaciones en las cuales reflexionar alrededor de
la vida desde proyectos como ‘Las viudas de Noirmoutier’, ‘La
gente de la terraza’, ‘Les glaneurs et la glaneuse’ o ‘Sin
techo ni ley’, entre otras. Y al fondo de todas ellas, el sonido
del mar: atracción, fascinación e inspiración para una directora
unida a Galicia desde una inesperada intensidad.
Poco se podía soñar
cuando hace unos años dieron comienzo unos apasionantes ciclos de
cine francés coordinados por la experta Bárbara Santos que, tan
sólo un par de años después, la Universidad de Vigo y la
concejalía de Cultura de Pontevedra iban a varar junto al Lérez
parte del imaginario de Agnés Varda bajo el comisariado de su íntima
colaboradora, Julia Fabry, convirtiéndose durante este verano en un
espacio referencial para los amantes del cine. Una cita obligada para
recuperar otro mar al que estamos acostumbrados estos días. Un mar
visto por los ojos de Agnés Varda, parte de la mirada de nuestro
cine, aquel en el que nos reflejamos arrullados por el mar.
Publicado en Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 11/07/2018
Fotografía realizada por Agnés Varda (Rafa Fariña)
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