DEJA EL
verano, entre el éter de las horas vacías, noticias a las cuales no prestamos
la necesaria atención. Compromisos de nuestros vecinos con la ciudadanía que
honran a quienes toman ciertas decisiones, al tiempo que nos hacen mejores como
comunidad, y a las que nunca está de más regresar para concederles la merecida
repercusión y porque no, el agradecimiento colectivo.
Era el mes de
julio cuando se conocía que la familia del doctor Carballal Lugrís, toda una
institución en la medicina de nuestra ciudad, y una referencia en el campo de
la Anatomía Patológica, procedía a la donación de más de seis mil libros (que
se dice pronto) relacionados con el ámbito artístico, una de las pasiones del
médico ferrolano afincado en nuestra ciudad, a la Escuela de Restauración de
Pontevedra. Un generosísimo acto por parte de sus herederos, sus cinco hijos,
Emma, Susana, Carlos, Pedro y Miguel y su viuda, Anne Haire, que poco podía
pensar hace cincuenta años, cuando se instalaron en Pontevedra, que los libros
iban a ser parte sustancial de su vida hasta el punto de colonizar su hogar.
No estamos
hablando de unos libros acumulados de manera azarosa a lo largo de la vida. Se
suele decir que a través de los libros que integran una biblioteca es como
mejor se puede conocer la personalidad de su propietario. Los libros que ha ido
acumulando en habitaciones y estanterías Manuel Carballal hablan de un
excelente gusto por el arte, tanto por su plasmación visual, es decir el
resultado final de la obra del artista, como todo lo que rodea al proceso de
creación, para lo que no sólo son necesarios los libros específicamente
artísticos, sino que los textos de historia, filosofía, literatura o viajes,
son el complemento necesario para intentar acceder al mayor conocimiento
posible de una pasión tan emocionante como agradecida con el ser humano como es
el arte.
No es raro
que un médico tenga en el arte una manera de volcar sus horas lejos de la salud
más profesionalizada. Pocos aspectos de nuestra sociedad se me antojan más
terapéuticos para el ser humano que el arte. Hemos visto durante estos meses
pasados de confinamiento como horas de lectura, de ver películas, de movernos
por las redes visitante museos o viajando por el mundo, en definitiva, buscando
opciones culturales que nos evadiesen del horror vivido, eran una de las
mejores válvulas de escape para nuestras mentes, así como un bálsamo para
aliviar esa situación.
Tanto Anne
Haire como sus hijos honran tantos años de compras, de horas dedicadas a la
lectura y al estudio, con esta transmisión de unos manuales de tanta calidad a
la Escuela de Restauración para que nuevas generaciones de estudiantes y
conservadores del arte sigan manteniendo de la mejor manera posible todo
aquello que tanto gozo le otorgó a Manuel Carballal, hasta su fallecimiento en
2015 tras 33 años como patólogo en Montecelo.
Como si de un acto médico se tratase dar libros es dar vida. Impedir que esos libros acaben destruidos o diseminados perdiendo el carácter de conjunto que su hacedor les otorgó, debe ser reconocido por todos nosotros, y si las distracciones del verano nos lo han impedido pues sirvan estas líneas para aplaudir ese gesto. Ahora le toca a ese centro académico poner en valor esos textos y para ello tanto Andrea Fernández como Sonia Seco dedicarán su tiempo y saber en seguir manteniendo con vida las vidas artísticas que se encuentran en todas esas páginas. Unas páginas que ya formarán parte para siempre de esta ciudad.
Publicado en Diario de Pontevedra 9/10/2020
Fotografía: El doctor Manuel Carballal Lugrís en 1971 impartiendo una conferencia en el Hospital Provincial de Pontevedra. (Camilo Gómez)
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