[Ramonismo 73]
Mario Obrero se revela y rebela con este libro de poemas como una nueva y firme presencia desde la lucidez del canto
"NO medio do Atlántico coma unha nube afundida sigo/militando na lóxica poética". Con estas palabras en gallego arranca ‘Peachtree City’, el libro de poemas que escribió Mario Obrero con 16 años y que con 17 logró ganar el último Premio Loewe a la Creación Joven. Un fulgor que se destila en una poesía que debemos desterrar de esos prematuros años de su documento de identidad, borrados por la destreza del verso al tiempo que nos aproximamos a una misteriosa rebeldía que se contiene en estos poemas que definen un itinerario, evidentemente vital, pero muy claramente también geográfico, al describir la estancia norteamericana en la ciudad que da nombre al poemario y que a partir de ahora también nombra el descubrimiento propio de una persona descontextualizada, alejada de su confort de Getafe, de su vida familiar y de su todavía vida escolar.
Nuestras palabras en gallego son esa despedida que surge de la costa, de una lengua asociada históricamente al desplazamiento que origina esa ausencia propia, pero también el descubrimiento de una nueva identidad y de esa geografía homérica que reposa en la mirada poética del gigante Whitman, también en la presencia de españoles como Federico García Lorca, León Felipe o José Hierro, todos ellos capaces de traducir, desde un lenguaje expansivo, la realidad física y humana que allí se encontraron en su tiempo. A ellos se les une sin ningún rubor (afortunadamente) Mario Obrero para llenar sus poemas de contundentes imágenes, de las posibilidades de una palabra que cruza todo un océano para ser observatorio, atalaya desde la que contemplar comportamientos que solo el poeta es capaz de descifrar y, sobre todo, trasladar al resto de las personas.
Se configura así un libro de poemas, el tercero ya en su trayectoria tras ‘Carpintería de Armónicos’ (2018) y ‘Ese ruido ya pájaro’ (2019), que surge al tiempo que Mario Obrero remata sus estudios de Humanidades en un instituto Público de Getafe, y no es baladí esta mención ya que el propio autor insiste en destacarlo cuando toma un micrófono, el valor y lo necesario de lo público. También en sus poemas se convierte en activismo: «no discutiré si las armas son un derecho de seres/humanos libres o si la sanidad pública es básica para/un país de cowboys que se hace llamar democracia». Y es que hay mucho de intenciones a lo largo de estos versos, de intenciones de medirse su creador como poeta, de calibrarse ante una poderosa realidad que convertir en texto, en arañazo para el lector que transita por estas páginas como el explorador en un territorio ignoto que no deja de sorprender. ‘Peachtree City’ es la ciudad de los melocotoneros que no tiene un solo melocotonero, y allí este joven encontró, en esa paradójica ausencia, una posibilidad, la de alejarse de lo enunciado, la de indagar en lo imprevisto y ahí son las palabras las que consiguen detonar la realidad, las que se convierten en una fiesta de imágenes que no deja de sorprendernos por todo lo que activa en nuestra mente y eso es lo que realmente sorprende al leer este poemario, no tanto la juventud de su autor, sino su mirada concentrada en una explosión permanente por transcribir lo que le asalta, la sorpresa continua que origina el verso y la emoción.
Y en esa transcripción surgen retazos surrealistas, imaginaciones, un temblor lorquiano, pero sobre todo un profundo saber de las voces de una poesía que también se desparrama en prosa luminosa. Desde este balcón atlántico emociona la presencia de nuestra lengua que va más allá de ser un estímulo puntual o una boutade del poeta. Palabras que se inclinan para constituirse en un territorio que no es el suyo, tal cual sucede con el autor en su viaje. Blanco Amor en una ventana, ‘arelas’, la sombra de Rosalía, puntales de un conocimiento y una necesidad que, al hablar con el poeta, vuelve a sorprender por su conocimiento y sensaciones sobre nuestra lengua y poesía. «Una admiración literaria hacia nombres como los de Olga Novo, Alba Cid, Manuel Rivas o Ismael Ramos, pero también, más atrás en el tiempo, hacia autores como Manoel Antonio, Celso Emilio Ferreiro o Rosalía. Creadores que pienso que abren mapas que yo no he observado en lengua castellana y me sorprende muchísimo. Otra situación que me interesa es el juego de la dominancia y lo lúdico de la poesía. Como juego con el inglés y el castellano o con el género, pues porque no hacerlo también con el gallego», afirma Mario Obrero, que también defiende la existencia de este poemario a partir de su conocimiento de ‘A filosofía da saudade’ de Ramón Piñeiro y el mundo de la emigración del que también se inspira para la elaboración de la portada del libro mediante una ilustración realizada por él mismo reflejando esa genealogía de la saudade.
Viajes a otras ciudades cierran el libro clausurado en marzo de 2020 cuando el mundo se ensombrecía al tiempo que «la poesía amanece a las 6:52».
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 26/06/2021
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