[Ramonismo 90]
Llevan el nombre de nuestro violinista Manuel Quiroga por el mundo entero y escucharlos es una auténtica fantasía
COMIENZO con un desafío. Les reto a que si encuentran algo más hermoso y equilibrado, musicalmente hablando, que el último trabajo del Cuarteto Quiroga, algo que haga de la armonía y la delicadeza un camino sonoro hacia la felicidad, me lo muestren. Les dejo de plazo hasta el lunes, día de la patrona de los músicos, Santa Cecilia, por si la santa les echa una mano, que buena falta les hará ante semejante misión.
Bromas aparte, pocas recomendaciones les puedo hacer de la cultura más urgente que esta. Escuchen al Cuarteto Quiroga, adéntrense en su manera de entender, recuperar y difundir una música atemporal, capaz de emocionar de igual manera a través de los siglos a una persona del siglo XVIII con su cabeza bajo una gran peluca blanca, o a otra de nuestro tiempo, con la cabeza puesta en mil cosas, pero a la que esta música impone un paréntesis. Un lugar de calma y sosiego que, durante unos instantes, te reconcilia con el ser humano y su capacidad para crear belleza.
El último disco del ‘Cuarteto Quiroga’, es un conjunto de cuatro cuartetos, dos de Joseph Haydn y dos de Mozart. Cuatro absolutas maravillas que, desde la instrumentación de estos músicos, rinde cualquier alma. El clasicismo musical de estos dos genios de la historia de la música no ha podido tener un mejor tratamiento que con estos intérpretes que, para esta misión, a los componentes habituales del conjunto, Aitor Hevia (violín), Cibrán Sierra (violín), Josep Puchades (viola) y Helena Poggio (violoncello), suman una viola más a cargo de Verónika Hagen. El resultado, no me cansaré de decirlo, es abrumador, y todo a la espera de su audición en directo, cuando participen en Pontevedra, en el mes de febrero, en la programación de la Sociedad Filarmónica. Una música que, en la Centroeuropa de su momento, abrió toda una nueva sensibilidad desde los postulados de la Ilustración a través de una conexión de admiración y el sentirse discípulo de Mozart hacia Haydn, sabedor, desde su inteligencia, del poder de esa nueva estética que asomaba entre los sonidos del maestro austríaco, al que muchos consideran padre de la forma sinfónica y del cuarteto de cuerda, lo que aquí se evidencia de la mejor manera.
El Cuarteto Quiroga vuelve a abrir una página más de conocimiento musical para el público de hoy en día desde la revisión de momentos claves de la historia de la música y a los que no se les presta la atención necesaria, más allá de los estudiosos del género. Ya lo hicieron con su anterior trabajo, ‘La música en Madrid en el tiempo de Goya’, editado, como el disco que nos ocupa, en el sello Cobra, y donde las obras de Boccherini, Brunetti, Canales o João Pedro de Almeida nos descubrieron un cruce de vidas y relaciones profesionales en el momento en el que el autor de ‘Los caprichos’ era el protagonista de la pintura y de la vida cultural en una España en contradicción consigo misma.
Para todo pontevedrés escuchar el nombre de Quiroga supone recibir un pellizco. Sentir que se está tocando algo muy nuestro, como es la figura de aquel violinista que asombró al mundo a principios del siglo XX con su destreza y talento, hasta que un atropello en Nueva York frustró su carrera musical. La presencia en el ‘Cuarteto Quiroga’ de Cibrán Sierra, de familia pontevedresa y con vínculos de anteriores familiares con el propio Manuel Quiroga, ha activado en estos músicos esa reivindicación de una figura ciertamente olvidada en relación a sus muchos méritos. Ahora ellos llevan su nombre por los mismos escenarios en los que Manuel Quiroga mostraba sus aplaudidas interpretaciones. París, Londres, Buenos Aires, Nueva York o Madrid, donde recientemente presentaron este disco en la que es su casa, las dependencias del Museo Cerralbo, propiciando la aparición de un artículo de Antonio Muñoz Molina que, como en tantas ocasiones anteriores, al que esto suscribe le hizo poner las orejas en punta ante el buen alimento del espíritu. Como siempre, la recomendación abrió un universo maravilloso en el que me he sumido a lo largo de estos días para reconocer lo que el autor de ‘Sefarad’ define como «un sistema de vasos comunicantes de la inspiración, el talento, la belleza, el fervor y la alegría». Justo eso es el Cuarteto Quiroga.
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 20/11/2021
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