Alguien dudaba de que este fin de semana la Liga de fútbol cerrase sus puertas? Evidentemente nadie. En este país el paro puede batir su propio registro mes tras mes, podemos enviar aviones a combatir a otros países, podemos asistir a la destrucción de parte de un país por medio de un terremoto y todo ello impasibles, sin una mueca en el rostro, y es que un fin de semana sin Liga, eso ya sería demasiado. El cortocircuito final para una sociedad a la que el fútbol sirve de terapia semanal. Hoy son muchos los españoles que soplarán tras quitarse un peso de encima, y asegurarse así esas horitas que muchos tienen de libertad condicional de sus matrimonios para bajarse al bar a ver a su equipo favorito, o sin que sea favorito. Podrán también revolcarse durante los días previos y los posteriores en el lodazal de la prensa deportiva, entre agresivos titulares que mantiene en estado de agitación permanente al ciudadano de a pie con las orejas levantadas ante el mínimo agravio al club de sus amores.
Y todo ello por la pasta, porque los privilegiados equipos de fútbol quieren seguir sumando millones y millones para gastar impunemente, sin ningún control. Quieren vender el único partido que se puede ver en abierto, el partido de los pobres, podríamos llamarle, pero el colmo es que todos los clubes que quieren que se suprima ese partido -excepto lo que se conoce como el grupo de los seis, Villarreal, Athletic, Espanyol, Sevilla, Real Sociedad y Zaragoza- nos han dado una especie de ultimátum a todos, al comprometerse a pagar la deuda que mantienen con Hacienda (¡ojo!, 627 millones de euros) en el caso de que se pueda vender ese partido. Si ya había motivos para mandar a muchos a la cárcel, después de esto ya me dirán. Dedíquense ustedes a pagar lo que nos deben, como el resto de los mortales, y luego monten el pollo que quieran (qué se lo digan al Teucro, con cuentas embargadas hace unos meses por unos cuantos miles de euros, frente a estos millonarios a lo que nadie les dice ni mu). Nunca entenderé el porque de esa permisibilidad con el entramado del fútbol, el más rico y poderoso, y al que más se permite endeudarse. Esa barbaridad de millones a buen seguro permitirían a España salir de la crisis, ¿demagogia?, no; auténticos delincuentes a los que nadie se atreve a meter mano no vaya a ser que se monte otra huelga de fin de semana y entonces eso sí que dejaría pequeño cualquier problema de esta sociedad (¡ah! pues sí que lo entiendo). Una huelga en el fútbol sería una tragedia nacional y eso sí que no lo aguantaría ningún Gobierno. Entonces la gente saldría a la calle, las ciudades se llenarían de barricadas y se vería a una sociedad activa y reivindicativa y no esta agónica población maleada por nuestros gobernantes, cada vez más interesados en sus destinos políticos que por el bien general, algo que se incrementa exponencialmente cuanto mayor sea el rango del dirigente. Gracias a la juez Purificación Pujol, sabremos si el Real Madrid aplasta al Sporting de Gijón en el Bernabéu o si el Barcelona se deja algún punto ante el Villarreal, pero también si el Celta de Vigo sigue haciéndose el harakiri, en definitiva, seguiremos respirando fútbol, el oxígeno de tantos y tantos. Con el fuego apagado provisionalmente, porque no duden que volverán a la carga, esta sociedad seguirá estando entretenida con su anestesia favorita, un narcótico contra los problemas que nos volverá a convocar durante un fin de semana, en el que pudo no haber fútbol pero en el que a cambio no habrá ninguna revolución.
Publicado en Diario de Pontevedra 31/03/2011
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