Se ha dicho que no ha sido una sorpresa la designación de Alice Munro como
Premio Nobel de Literatura ya que su nombre figuraba en todas las quinielas (quinielas
en las que lleva desde hace más de diez años) pero para mí sí lo ha sido. Y lo
ha sido porque en unos premios muchas veces enfrascados en premiar a exóticas
literaturas o a autores que a nivel mundial no son demasiado considerados, quizás
en la búsqueda de alimentar el monstruo-negocio Nobel en diferentes latitudes, cuando
se premia a una autora con una sólida carrera y una literatura reconocida por
millones de lectores sí que se debe entender como una sorpresa.
Hablar de Alice Munro y su universo literario significa hablar desde la
honestidad, cuando tantos autores se empeñan en inventar la pólvora, asomarse a
los relatos escritos por ella supone una bendición por la limpieza de miras, la
falta de pretenciosidad y la consideración del ser humano más modesto como
protagonista de sus relatos. Dice Antonio Muñoz Molina, fiel lector y defensor
a ultranza de su obra, que en sus relatos breves se encuentran los gérmenes de
posibles novelas pero que la autora posee la inteligencia necesaria para narrar
toda esa novela en un tamaño menor del que necesitarían otros escritores.
Literatura de matices suele poner el ojo en las cosas más insignificantes
o por lo menos en esas que nos lo pueden parecer. Sus relatos están plagados de
gestos, situaciones, contextos y perspectivas que los llenan de humanidad y los
aproximan a un lector que nunca se siente defraudado cada vez que se adentra en
unas historias normalmente protagonizadas por mujeres que se adueñan de su
destino y que, inmersas en situaciones cotidianas, mudan un escenario
predeterminado para ser ellas las que decidan por donde debe conducirse su
existencia. Algo similar a lo que le ocurrió a la autora, cuando tras su
matrimonio y maternidad, aparcó una vocación estudiantil recuperada en las
horas de siesta de sus hijos. Así, desde lo que podía ser el germen de uno de
sus relatos, se comenzó a configurar una trayectoria literaria que, según
anunció hace unos meses, abandona de manera definitiva.
Pocos premios Nobel han hecho tanta justicia como en este caso. Ahora es
el momento de que comience a funcionar la maquinaria del Nobel más popular, un
engranaje que llenará estanterías y escaparates con las hermosas cubiertas que
suelen llevar sus libros editados en España por Lumen provocando el acceso de
nuevos lectores al universo de Alice Munro. Toda una bendición para ellos. ¡Qué
lo disfruten!
Publicado en Diario de Pontevedra 11/10/2013
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