Meter el océano de la literatura en una botella y desprenderse de ella hasta
que llegue a los lectores es la pretensión de Juan Tallón al hablarnos de estos
‘Libros peligrosos’. Un peligro que nace de la rendida pasión que la lectura de
cada uno de esos libros puede provocar. Esa botella, desbordada ante su propia
pretensión a la hora de la inasumible capacidad contenedora de emociones, afronta
entre las consecuencias la de volver a hacer literatura a partir de ella misma,
así como armar un corpus literario a partir del andamiaje de los Faulkner,
Onetti, García Márquez, Vargas Llosa, Dostoievski, Talese, Balzac, Cunqueiro,
Salinger, Vila-Matas, Auster, Tizón, Oates... y así seguiríamos con un listado
que finaliza solo cuando Juan Tallón coloca el punto final, a buen seguro que
limitado por las imposiciones editoriales. Hasta ese punto final el autor
desgrana su relación con todos esos libros que de una u otra forma se han ido
adhiriendo a su piel para formar parte de su propia esencia. Cada uno de esos
libros es un episodio repleto de intensidades afectivas que evidencian el poder
pasional y fascinador de lo literario, pero también es una suerte de anillos
que se van entrelazando de manera genial para afianzar un territorio personal e
íntimo, repleto de brillantes momentos literarios con frases que uno abraza
como en un gigantesco abrazo común con toda esa constelación de libros.
Brioso en la expresión, Juan Tallón ejerce de Cicerone por territorios ya
explorados, al tiempo que deja infinidad de puertas abiertas por las que el
lector tiene libre el paso para reconocer esas geografías literarias. Volver a
‘Mientras agonizo’ de Faulkner o a ‘El astillero’ de Onetti, son regalos que, a
quien suscribe bajo esas mismas filias literarias, hace Juan Tallón, pero igual
regalo es plantear el deseo de saldar esas deudas pendientes que todos tenemos
con libros que todavía esperamos descubrir como los ‘Diarios’ de Alejandra
Pizarnik, ‘La señora Dalloway de Virginia Woolf o ‘La noche que llegué al Café
Gijón’ de Francisco Umbral, por citar unos pocos. Ese maravilloso terreno del
descubrimiento queda ahora expedito y alejado de vergüenzas propias por no
haber leído todo lo que se debería haber leído, pero ahí nos queda el as en la
manga de la primera vez, la gozosa sensación del descubrimiento del placer
literario. Gracias señor Tallón.
No hay duda de que cada lector hubiera hecho su propia selección llenando
la botella con los diferentes libros que nos han dejado huella. Juan Tallón lo
sabe y poco le importa, aquí ha construido su itinerario por géneros, épocas y
autores, un libérrimo recorrido que nos acorrala entre hitos literarios, entre
paradas en las que estamos obligados a detenernos, para seguir creciendo en
tantos y tantos sentidos.
Publicado en Diario de Pontevedra y El Progreso de Lugo 9/11/2014
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