Rue Saint-Antoine nº 170
Literatura ▶ El próximo viernes 26 en la Casa das Campás el
pontevedrés Diego Moldes presentará su último trabajo relacionado con el cine y
la literatura. Dos enfermedades que casan muy bien y con unos síntomas que
producen joyas creativas como este libro, absolutamente cautivador por lo que
enseña, pero también por lo escrito.
No por ser de sobra conocida la anécdota dejas de estremecerte cada vez
que recuerdas a Sthendal sufriendo el síndrome al que dio nombre en pleno
éxtasis, mareado, observando la iglesia de la Santa Croce en
Florencia. Pocas veces un libro te puede provocar algo similar a ese síndrome
que se produce ante una masiva acumulación de belleza. Mareos, sudores fríos,
estremecimiento y admiración, pero sobre todo, mucha admiración, se van sucediendo
en un carrusel de emociones al que te hace subir Diego Moldes en este trabajo
que rinde tributo a uno de los más portentosos imanes del mundo del cine: sus
mujeres. Para los que amamos este arte, para los que nos emocionamos cuando
vemos una pantalla en blanco y negro peleando con la oscuridad para
transportarnos a un mundo repleto de magia y emoción, este libro es una suerte
de inmenso regalo. Y formalismos aparte ¡es una pasada!
El soberbio catálogo de imágenes de las más bellas artistas del mundo del
cine se suceden así, en una espiral salvaje que solo Alfred Hitchcock ha podido
emular cuando nos incrustaba en el moño de Kim Novak en ‘Vértigo’. Pero pese a
lo que suele suceder en este tipo de libros de magníficas ilustraciones, en las
que el texto se somete a la imagen, convirtiéndose en un desvaído apoyo que
poco o nada te dice, en esta ocasión los textos tienen una capital importancia
ya que nos abren infinitas puertas de la Historia del Arte y del cine, haciéndolo desde
una perspectiva plenamente rigurosa y con numerosas aristas de buena
literatura.
La mujer en el arte. El hermoso prólogo realizado por el poeta Luis Alberto de Cuenca nos abre
un mundo literario que demuestra las más que probadas habilidades como escritor
de Diego Moldes, del que ya conocemos numerosos ensayos de cine, obras sobre
baloncesto y una novela. Ese afacetamiento de la escritura sirve para componer
todo un conjunto de textos muy diferentes entre sí que evitan caer en la
monotonía cada vez que te enfrentas a las vidas de estas artistas y permiten
que el resultado final sea de lo más agradable. Pero antes de llegar a esos
textos, que completan los diferentes capítulos de las artistas, surgen, como
los picos de una gran cordillera, varios textos sobre la mujer en la Historia del Arte en los
que con un rigor extraordinario se aproxima a elementos tan aclaratorios como
la mitología de la mujer en Occidente y Oriente, la sensualidad y la sexualidad
o el erotismo, y todo ello para concluir en las actrices de cine como parte de un
proceso natural de la
Historia del Arte que, desde la pintura o la escultura,
desembocó en el gran arte del siglo XX, el cine. Incluir a todos esos nombres como una parte
de todo ese proceso es una brillante iniciativa que sirve para explicar desde
criterios historicistas lo que el cine, y sobre todo desde el Hollywood
clásico, pretendía evocar desde unas películas surgidas como parte del
componente espectacular del cine, pero que ha derivado en su comprensión como
hecho artístico de primer nivel. Una vez planteado ese texto el autor nos cita
a todas aquellos que no han podido incluirse en este volumen, ausencias
lloradas que rápidamente se olvidan cuando avanzas en las siguientes páginas
las de las Venus del cine, la
Venuspasión de Diego Moldes.
Venus. De Greta Garbo a Maggie Cheung, la actriz de Deseando amar (In the Mood
for Love), se abre un abrumador ramillete de actrices cuyas caras y cuerpos
resplandecen como solo ellas lo han podido hacer, ayudadas por una industria
que sabía del potencial de atracción que tenía en sus rostros y sus cuerpos. Es
peligroso hablar de cuerpos cuando estaba en vigor el Código Hays pero muchas
veces los directores se servían de esas restricciones de la censura para sacar
más punta a sus actrices y mostrárnoslas repletas de una belleza que se
incrementaba ante la precisión de sus sugerencias.
Una tras otra estas páginas te convierten en el Sthendal del que
hablábamos al principio, absolutamente impresionado, pensando en cada uno de
los momentos que has pasado junto a ellas gozando de un cine que, y todos los
sabemos, no ha vuelto a repetirse. Diego Moldes hace algo que no es nada fácil
y es el diversificar el planteamiento de sus textos, empleando voces
diferentes, narradores singulares, poesías, cartas... todo vale y todo es
literatura para aproximarse a este universo icónico que ha marcado la vida de
tantos y que aquí se traduce en las experiencias que el propio autor ha tenido
en sus aproximaciones a los títulos en que estas aparecen, o en elementos de la
literatura que se pueden compaginar con la propia actriz.
Estas geografías humanas, otrora Venus mitológicas recreadas en los
siglos sucesivos por la mano de un sinfín de pintores, se convierten aquí en
Venus de una actualidad que ha tenido en el cine su fiel reflejo como casi
ningún movimiento artístico, con la excepción del impresionismo, lo ha sabido
hacer. Estas actrices representaron los sueños de numerosas mujeres por ser
como ellas, por vestir, moverse, sujetar un cigarrillo o mirar a un hombre como
ellas lo hacían en la pantalla, pero también por los sueños de unos hombres
que contemplaban abducidos como estas
mujeres les dejaban con la boca abierta para protagonizar otros sueños de mucho
mayor voltaje.
Mujeres, bellezas, venus pegadas a nuestra memoria y a las que gracias a
este libro podemos tener entre nuestras manos (aunque no tal y como hubiésemos querido) para renovar
nuestro compromiso con ellas. Diego Moldes ha afrontado una empresa mayúscula,
de la que seguro ha disfrutado muchísimo, ya que si el lector lo hace es porque
antes un autor lo ha hecho forjando esas ilusiones. Aquí son muchas las
ilusiones presentes, faltan algunas. Nunca te perdonaré, querido Diego, que una
de esas ausencias sea la de Katharine Herpburn, un lunar pelirrojo que no
ensombrece un trabajo ante el que solo se puede decir una cosa: gracias.
Publicado en Diario de Pontevedra 22/12/2014
Fotografía: Portada del libro Venuspasión y una imagen de Greta Garbo.
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