Sus
despedidas en el Telediario se convirtieron en la mirada precisa para rematar
las duras jornadas que estábamos viviendo en los días del desasosiego. Carlos
del Amor cerró ya esa ventana hacia un mundo sometido por un virus que nos clausuró
en unos domicilios que el periodista de Televisión Española supo abrir para
mirar desde lo tangencial, que es dónde reside lo más interesante de unas vidas
que solemos ver de manera tan monótona que elude los matices, es decir, lo
realmente interesante. Todos ellos los podemos revisar ahora en ‘Los días
raros’, dentro del Canal Noticias de Televisión en Youtube.
Posiblemente
cada una de esas píldoras que Carlos del Amor nos suministraba se conviertan
con el tiempo en parte de las mejores cosas que nos llevemos de este estado de
alarma. Allí donde el silencio reclamó su protagonismo como un envoltorio de
nuestras vidas a partir del cual darnos la oportunidad de pensar en cómo esto
va a derivar en el futuro. A ese futuro es al que mira Carlos del Amor en sus
‘Conversaciones confinadas’ junto al artista Jaume Plensa, una charla a la que
podemos acceder a través de ese mismo canal en Youtube. Precisamente él, el
autor de tantas obras maravillosas hacia las que los espectadores vuelcan sus
miradas atrapadas en unas piezas que mezclan, al mismo tiempo, contemplación y
reflexión. Obras que se acarician con el pensamiento, como sus trabajos
acarician nuestro paisaje contemporáneo en tantas ubicaciones del mundo, tanto
del ámbito urbano como del natural.
Para
comprobarlo no hay más que acercarse a esa cabeza de mujer, ‘Julia’, ubicada en
la plaza de Colón, que ha mudado la manera de ver Madrid, esa ciudad dañada
hasta lo más hondo por el virus y por un ruido bastardo y ensordecedor motivado
por unos políticos incapaces de estar a la altura de su pueblo. Frente a ese
rostro, nosotros. Y entre ambos, un silencio abisal que nos debe llevar a
aprovechar este momento para entender hacia dónde ir. Sobre ‘Julia’, un cielo
extremadamente claro y limpio, como Madrid no veía en años, sometida a una
asfixiante contaminación que no sólo nos ha impedido ver esa belleza natural,
sino también lo que realmente da sentido a la vida, demasiadas veces sometida a
las urgencias de un sistema aniquilador del ser humano. Ese cielo y esa cara de
mujer son la mejor evidencia de que cultura y naturaleza, unidas, son dos
realidades capaces de evocar ese sentido de lo humano que tan preciso es y que
tantas veces hemos despreciado en virtud de ideologías que caminan precisamente
en dirección opuesta, movidas sólo por intereses económicos e insolidarios,
capaces, poco a poco, de destruir aquello tan maravilloso que hemos generado,
como son los espacios de convivencia entre las personas.
A
esas personas honran un periodista, Carlos del Amor, y un escultor, Jaume
Plensa, capaces, juntos, de crear una cuerda a la que sujetarnos para no
perecer en este cataclismo.
Publicado en Diario de Pontevedra 4/05/2020
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