Los siete títulos que Diario de Pontevedra ofrece a partir de mañana a sus lectores son siete joyas en las cuales Humphrey Bogart nos ofrece todo su potencial como actor. Una excusa perfecta para retratar a uno de esos iconos inmortales acuñado a través de algunas de las mejores películas de la historia del cine.
Hablar de Humphrey Bogart es hablar del mismo cine ya que pocos actores encarnan individualmente la fuerza de este arte como esta figura alrededor de la cual giró el mejor cine que se haya hecho nunca (y mira que lo siento por Pedro Almodóvar) como fue el realizado en Hollywood en los años treinta y cuarenta del pasado siglo.
Hacerse con estos siete títulos, además de ser una magnífica ocasión para coleccionar varias de las mejores películas de Humphrey Bogart, para mí es una bendición, ya que me va a permitir desentenderme de la realidad, escapar de comentarles noticias tan sombrías como las que suceden a nuestro alrededor y, además del lujo que supone colocar una foto del actor en la contraportada del periódico, les puedo contar alguna cosa sobre el mito Bogart. Y ya me dirán ustedes si luce o no esta página de despedida o de bienvenida con una fotografía de Bogart escaleras abajo envuelto entre luces y sombras.
Y es que luces y sombras es el paisaje habitual de Humphrey Bogart, el que acompaña a un personaje que se manejaba entre el bien y el mal dentro de un ambiente de cargado de escepticismo. ‘El halcón maltés’, ‘La burla del diablo’, ‘Tener y no tener’, ‘El tesoro de Sierra Madre’, ‘Cayo largo’, ‘El último refugio’ y ‘La senda tenebrosa’ son de esas películas que siempre deberían estar presentes en las estanterías de nuestros hogares. Todas y cada una de ellas son un salvavidas ante tantas naderías como nos tragamos por televisión. Este cine, abrumador en su blanco y negro, de pistolas humeantes y cigarrillos interminables, posee un magnetismo que emana de unos guiones excelentes, muchos de ellos surgidos de la mano de maestros de la literatura como Dashiell Hammett, Ernest Hemingway o William Faulkner, y que posteriormente eran llevados a la pantalla desde ese insuperable sistema de estudios que Hollywood había perfeccionado durante décadas hasta su consolidación en los años cuarenta. A excepción de ‘La burla del diablo’, hecha dos años antes de su muerte en 1957, el resto de las películas de esta colección fueron realizadas en esa década, la de la configuración definitiva de un género conocido como cine negro y en el que Humphrey Bogart tiene un protagonismo como no alcanzó otro actor.
El personaje acorralado e incómodo dentro de una sociedad amenazante fue dando paso al detective de sonrisa melancólica y una inteligente desconfianza hacia todo aquello que le rodeaba y en especial hacia sus congéneres. Ver morir a Bogart en ‘El último refugio’ es uno de los cantos más hermosos al ser humano dentro de una película muy difícil de superar y no demasiado bien conocida. Todas estas películas están repletas de momentos asombrosos que han pasado a la historia, frases, escenas, miradas, gestos y planos que han sedimentado en nuestras miradas nuestro amor por el cine, y más en concreto por este cine. «¿De qué está hecho?», «Del material con el que se fabrican los sueños», responde Sam Spade en el ‘El Halcón Maltés’. «Si me necesitas solo tienes que silbar. ¿Sabes silbar verdad?», le espeta Lauren Bacall a un Bogart en ‘Tener y no Tener’ que, desde ese momento, no se separó de ‘la flaca’ hasta el final de sus días. «Si la cabeza dice una cosa y tu vida dice otra, la cabeza siempre pierde», se oye entre huracanes y tensiones personales en ‘Cayo Largo’, y así podríamos llenar páginas y más páginas.
La vida de Bogart no se podría explicar sin todo lo que sucedió desde ese silbido que unió para siempre a la que fue una de las grandes parejas de Hollywood. Juntos en cuatro películas, tres de ellas forman parte de esta colección, su papel en el cine fue más allá de la pantalla, siendo una de las parejas más respetadas, lo que se acrecentó con su posicionamiento público contra McCarthy y su Caza de Brujas. Como tampoco se podría entender sin amistades forjadas a base de litros de alcohol, como la del director John Houston, una relación de la que aquí se entregan cuatro de sus excelsas colaboraciones. Adjetivos y más adjetivos que solo sirven para ensalzar a un actor eterno, a un género en sí mismo, en definitiva, a Humphrey Bogart.
Hacerse con estos siete títulos, además de ser una magnífica ocasión para coleccionar varias de las mejores películas de Humphrey Bogart, para mí es una bendición, ya que me va a permitir desentenderme de la realidad, escapar de comentarles noticias tan sombrías como las que suceden a nuestro alrededor y, además del lujo que supone colocar una foto del actor en la contraportada del periódico, les puedo contar alguna cosa sobre el mito Bogart. Y ya me dirán ustedes si luce o no esta página de despedida o de bienvenida con una fotografía de Bogart escaleras abajo envuelto entre luces y sombras.
Y es que luces y sombras es el paisaje habitual de Humphrey Bogart, el que acompaña a un personaje que se manejaba entre el bien y el mal dentro de un ambiente de cargado de escepticismo. ‘El halcón maltés’, ‘La burla del diablo’, ‘Tener y no tener’, ‘El tesoro de Sierra Madre’, ‘Cayo largo’, ‘El último refugio’ y ‘La senda tenebrosa’ son de esas películas que siempre deberían estar presentes en las estanterías de nuestros hogares. Todas y cada una de ellas son un salvavidas ante tantas naderías como nos tragamos por televisión. Este cine, abrumador en su blanco y negro, de pistolas humeantes y cigarrillos interminables, posee un magnetismo que emana de unos guiones excelentes, muchos de ellos surgidos de la mano de maestros de la literatura como Dashiell Hammett, Ernest Hemingway o William Faulkner, y que posteriormente eran llevados a la pantalla desde ese insuperable sistema de estudios que Hollywood había perfeccionado durante décadas hasta su consolidación en los años cuarenta. A excepción de ‘La burla del diablo’, hecha dos años antes de su muerte en 1957, el resto de las películas de esta colección fueron realizadas en esa década, la de la configuración definitiva de un género conocido como cine negro y en el que Humphrey Bogart tiene un protagonismo como no alcanzó otro actor.
El personaje acorralado e incómodo dentro de una sociedad amenazante fue dando paso al detective de sonrisa melancólica y una inteligente desconfianza hacia todo aquello que le rodeaba y en especial hacia sus congéneres. Ver morir a Bogart en ‘El último refugio’ es uno de los cantos más hermosos al ser humano dentro de una película muy difícil de superar y no demasiado bien conocida. Todas estas películas están repletas de momentos asombrosos que han pasado a la historia, frases, escenas, miradas, gestos y planos que han sedimentado en nuestras miradas nuestro amor por el cine, y más en concreto por este cine. «¿De qué está hecho?», «Del material con el que se fabrican los sueños», responde Sam Spade en el ‘El Halcón Maltés’. «Si me necesitas solo tienes que silbar. ¿Sabes silbar verdad?», le espeta Lauren Bacall a un Bogart en ‘Tener y no Tener’ que, desde ese momento, no se separó de ‘la flaca’ hasta el final de sus días. «Si la cabeza dice una cosa y tu vida dice otra, la cabeza siempre pierde», se oye entre huracanes y tensiones personales en ‘Cayo Largo’, y así podríamos llenar páginas y más páginas.
La vida de Bogart no se podría explicar sin todo lo que sucedió desde ese silbido que unió para siempre a la que fue una de las grandes parejas de Hollywood. Juntos en cuatro películas, tres de ellas forman parte de esta colección, su papel en el cine fue más allá de la pantalla, siendo una de las parejas más respetadas, lo que se acrecentó con su posicionamiento público contra McCarthy y su Caza de Brujas. Como tampoco se podría entender sin amistades forjadas a base de litros de alcohol, como la del director John Houston, una relación de la que aquí se entregan cuatro de sus excelsas colaboraciones. Adjetivos y más adjetivos que solo sirven para ensalzar a un actor eterno, a un género en sí mismo, en definitiva, a Humphrey Bogart.
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ublicado en Diario de Pontevedra 28/09/2013
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