Pocos
entes o instituciones en nuestra ciudad pueden presumir de cumplir 300 años de
existencia. La Iglesia
de San
Bartolomé los cumple en este verano que asoma con fiereza durante
estos días, y recuerda su consagración el 12 de agosto de 1714. 300 años que
obviamente dan para mucho, desde el apartado artístico al religioso, pasando
por la llegada de la Compañía
de Jesús a nuestra ciudad, la presencia de la fábrica de tejidos de los Hermanos
Lees, el colegio de Gramática o el Instituto Provincial en la
segunda mitad del siglo XIX. A todo eso y más rinde tributo una extraordinaria
exposición que, de la mano del equipo del Museo de Pontevedra, con el
comisariado de Mª
Ángeles Tilve Jar, se muestra dentro de sus propios muros. Muros
rehabilitados y resucitados para una ciudad que ha tenido el acierto de
recordar esta efeméride. Y lo ha hecho de una manera ejemplar, como transmitió
en la inauguración de la misma el párroco de San Bartolomé, Raúl Lage
Radío, quien puso de manifiesto la colaboración
entre instituciones y lo fructífero que eso resulta para la comunidad. Tiene
toda la razón, y ojalá eso se vea en más ocasiones, como también es una pena
que esta exposición, con un largo esfuerzo tras ella, y que se reconoce a lo
largo de la misma, se clausure ya este próximo domingo. Solo 16 días después de
su apertura. Una lástima.
Todo
el corpus que centra la exposición se centra fundamentalmente desde el punto de
vista del tratamiento histórico y científico del nacimiento del templo
jesuítico, creado a imagen y semejanza de la casa matriz de la Compañía , la Iglesia del Gesú de Roma,
uno de los edificios barrocos que más consecuencias han tenido en arquitecturas
posteriores, ya que interpretaba de manera certera los nuevos postulados de la Iglesia tras el Concilio
de Trento con la potenciación de la misa y la acogida de fieles. También su
evolución a lo largo de los siglos desde su construcción por el arquitecto Pedro de
Monteagudo, los variados usos del conjunto o el ingente material
artístico que se guarda entre sus paredes, tienen el necesario reconocimiento.
Pero
junto a esos apartados las iglesias parroquiales trascienden de esas
situaciones para implicarse en la vida de todos nosotros. Marco de bautizos,
comuniones, confirmaciones, bodas o funerales una iglesia en diferentes
ocasiones a lo largo de nuestras vidas es mucho más que una arquitectura o una
historia secular, formando parte fundamental de nuestro recorrido por este
mundo. De ahí que, con indiferencia de los valores religiosos que maneje cada uno,
las iglesias poseen un valor sentimental innegable. Por eso, cuando uno recorre
y ve todas esas preciosas imágenes recientes realizadas por Miguel
Vidal, junto a las de otros fotógrafos que a lo largo de la
historia han hecho de San Bartolomé objetivo de sus creaciones, tiene
sensaciones que son imposibles de encerrarse dentro de una vitrina. Saber que
tus padres se han casado en ese templo, que tus hijas se han bautizado bajo esa
impresionante cúpula a la que poca gente honra levantando la cabeza para contemplar
su majestuosidad o que durante estos años se encuentran en ella preparando su
Primera Comunión, no hace más que afianzar lazos entre ese latir interno de la
vida de una ciudad. También se me antoja importante el honrar a quienes en
situaciones de gran riesgo dedicaron su máximo empeño a salvar el templo, y
ahí, la figura del arquitecto pontevedrés Enrique Barreiro no debe
ser olvidada, como no lo es en la exposición ni en el catálogo creado a tal
efecto, destacando su labor para salvar el templo del peligro de derrumbe por
un problema ya detectado desde sus primeros años de vida, como es su delicada
cimentación, próxima al cauce del Lérez. Esa labor que durante dos años, entre
1976 y 1978, supuso la restauración integral del templo, y el realce de su
cimentación, fue imprescindible para llegar a esta celebración y quizás para
repetirla dentro de otros 300 años.
Para ese siglo serán otros muchos los protagonistas, los que sentirán
como su vida ha estado estrechamente vinculada a un edificio religioso pero que
es mucho más que eso, es parte de una ciudad, de su ciudad. Ustedes tienen
ahora la ocasión de ver muchas de las riquezas de la iglesia de San Bartolomé,
los profesionales ponen ante su vista lo que le confiere importancia como
centro artístico y cultural, pero seguro que cada uno de ustedes tiene un
granito de arena que aportar a esos 300 años del templo parroquial de San
Bartolomé.
Publicado en Diario de Pontevedra 17/06/2014
Imagen: Cúpula de la iglesia de San Bartolomé. (Rafa Fariña)
Ningún comentario:
Publicar un comentario