“Nunca existieron en el mundo dos
opiniones iguales, como dos cabellos o dos granos de cereal. La cualidad más
universal es la diversidad”. (Montaigne)
Hace treinta años, Mariano Rajoy,
como presidente de la
Diputación de Pontevedra, inauguraba en esa sede la ‘Semana
de la Información ’.
Cinco jornadas para calibrar el estado de la prensa, pero también para pensar y discutir su función y su
relación con la sociedad así como los problemas que los profesionales se
encontraban para llevar a cabo su trabajo. Tres décadas después Mariano Rajoy
es presidente del Gobierno de España y la prensa no hace más que buscar oxígeno
para evitar perecer de inanición ante una sociedad en la que parece sentirse
incómoda y sin encontrar un camino fundamental para la salud de ésta.
En una de aquellas jornadas se sentaron ante una mesa del Palacio
Provincial el director de Diario de Pontevedra, Pedro Antonio Rivas Fontenla; el director de Radio 80, Valentín Carrera; el delegado de Faro
de Vigo, Javier Sánchez de Dios; el delegado
de La Voz de
Galicia, Rafael López Torre y el
Jefe de Informativos de Radio Pontevedra, Eugenio
Giráldez, y todos ellos bajo la moderación de Rafael Landín Carrasco. Ya ven ustedes qué colección de ‘cráneos
privilegiados’, pasado pero también presente del periodismo en nuestra región y
de los que todavía seguimos aprendiendo... y por muchos años. Aquellas jornadas
se publicitaron a través de una imagen concebida por Manuel Moldes, y que, pintada en las propias escaleras de la Diputación Provincial
por encargo de Valentín Carrera, presidente de la Unión de Periodistas de
Pontevedra, fue utilizada como reclamo de los diferentes actos que integraban
aquella ‘Semana de la
Información ’ celebrada en los últimos días de junio de 1984.
Días en los que la prensa festejaba el ascenso del Pontevedra c.f. a Segunda
División B y se daba cuenta del regreso de los restos mortales de Castelao a Galicia.
Esa espectacular pieza, que en aquel momento pasó inadvertida y con
escasa repercusión, sigue viva, y todavía hoy nos recibe a la entrada de Diario
de Pontevedra, tras su rescate desde los antiguos talleres de la calle Secundino Esperón y su afortunada
restauración para lucir ahora en la recepción de este medio. Esa gran
columna-árbol llena de referencias culturales y visuales, tal y como gusta de
hacer el pintor pontevedrés en sus obras, es un canto visual al papel de la
prensa, a su labor de difusión de informaciones y en la que la libertad de
prensa y de opinión deberían coronar cualquier iniciativa periodística.
Estos últimos meses nuestro país ha estado repleto de sobresaltos, muchos
de ellos para la propia prensa. La sonora salida de Pedro J. Ramírez de la dirección de El Mundo, los temores de los
medios ante la irrupción de nuevos partidos políticos que ponen en peligro el
cómodo sistema actual, el cambio de portadas en El Jueves o la sucesión del
rey, sin apenas roces o valoraciones distintas de lo políticamente correcto con
el que se va y con el que llega, han suscitado que la prensa se haya
arrinconado en un territorio lleno de dudas y complejos que, como no se atajen
rápido, la harán competir con los políticos y su baja valoración entre la
ciudadanía.
Se ha acelerado demasiado una uniformidad en los contenidos de las
diversas cabeceras con escasas voces discordantes que se han vuelto más
evidentes tras los últimos acontecimientos. Y es que el periodismo se ha ido
desplazando de calles y redacciones hacia los consejos de administración de las
grandes compañías capaces de mover el capital necesario para la supervivencia
de las cabeceras en un mundo que cada vez más está dejando de ser el que todos
conocimos y en el que el papel parece convertirse, como el cuadro de Moldes, en
una visión que nos conduce a un pasado demasiado lejano. El sonido de las
cornucopias cada vez atrae a menos lectores, las bocas se muestran más tapadas
y la flecha que te conduce a la verdadera información, aquella que te debe
hacer dudar para que nos preguntemos y cuestionemos todo lo que sucede a
nuestro alrededor, nos dirige a lugares alternativos, como lo puedan ser unas
redes sociales en las que parece que es donde se está interpretando la
realidad. No sé si con más o menos acierto, pero sí, por lo menos, donde reside
esa necesaria cualidad, como escribía Montaigne,
para cualquier sociedad, la diversidad. Cuanto más iguales seamos peor
comunidad seremos. Opinar diferente y contrastar ideas son las mejores raíces
para una sociedad y para su prensa.
Publicado en Diario de Pontevedra 24/06/2014
Fotografía: El pintor Manuel Moldes en la recepcion de Diario de Pontevedra ante la pieza anunciadora de la 'Semana de la Información' (1984). Rafa Fariña
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