POCOS lectores pueden decir
que han salido indemnes de la lectura de ‘El mar’. ¿Qué no lo han leído aun?
Pues no tarden, ya que entenderán como solo ese libro merece un galardón como
el obtenido por el escritor irlandés. Pero es que junto a ese título otros como
‘Eclipse’, ‘Los infinitos’ o ‘Antigua luz’, su última novela alejada de su
seudónimo Benjamin Black, vienen a completar una de las trayectorias literarias
más intensas y afortunadas de los últimos años
¿Qué es lo que sucede en ese
mar tan arrebatador? Pues algo tan complejo como que la literatura se convierte
en un abismo a través del cual el lector se ve inmerso en una redención vital a
través del amor, la amistad, la pérdida y la memoria, y ahí se encuentra el
germen que constituye la base de sus libros, al ser capaz de capitalizar un
universo emocional que trasciende de sus páginas e involucra al lector en sus
argumentos. En ellos el ser humano es el eje en torno al cual gira toda su
obra, no dudando en relacionar sus miserias y sus triunfos como especie con los
grandes problemas para la cohabitación con sus semejantes. Esas fricciones
mueven relatos e historias, pero sobre todo, hacen que el lector se pregunte
por todo aquello que nos rodea y que solo el misterio de la literatura: un
libro entre las manos, el silencio y el encontrarse frente a la palabra, son
quien de provocar.
Pero John Banville, además
de Banville, es Black, Benjamin Black, ya que bajo sus jerseys de cuello vuelto
también se esconde un autor de novela negra. De novela negra pero de las
buenas, de las que respetan al género y retoman elementos, estilos y maneras,
de los clásicos norteamericanos como Dashiell Hammet o Raymond Chandler. De
hecho, su respeto por la literatura, su gusto por un lenguaje donde la frase lo
contiene todo, ha sido uno de sus avales para retomar muchas décadas después al
detective Philip Marlowe en la que sí es su última novela ‘La rubia de ojos
negros’. Un reto convertido en un acierto.
Publicado en Diario de Pontevedra 5/06/2014
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