Rue Saint-Antoine nº 170
Pintura.
Incapaz de sujetarse en museos o galerías el arte contemporáneo busca
aliviaderos para enfrentarse al público, para impactar y para mostrar su
efectiva relación con su propio entorno. La sorprendente y audaz iniciativa del
colectivo Latamuda genera en Pontevedra un nuevo espacio de exhibición en un
centro de fisioterapia. Sí, leen bien
Se
acabó eso de llegar a una sala de espera y matar el tiempo ojeando revistas de
lo más absurdo, páginas caducadas que parecen querer servir solo para tener
algo entre las manos para evadirse de aquello que va a suceder unos minutos
después. El arte, entre sus muchas virtudes, también tiene esta, la de cambiar
las cosas, la de modificar, por ejemplo, un espacio hecho para matar el tiempo
hasta convertirlo en un espacio para vivir el tiempo. Claro que para llegar a
este punto hacen falta varias cosas. Por un lado, una iniciativa, y ahí es
donde entra el colectivo Latamuda, un soplo de aire fresco que ha llegado a
esta ciudad y que se ha ido expandiendo por toda Galicia a través de una serie
de iniciativas y confluencias entre diferentes sectores artísticos absolutamente
admirable; y por otro lado, valor, y ahí es cuando entra en escena el centro de
Fisioterapia Onfisio en la calle Santa Clara nº 39, que se merece esta
publicidad y más, por participar de este juego, de esta iniciativa a través del
arte y que deja en muy buen lugar al negocio que regenta Hugo Ogando.
Esta
sala de espera se convertirá durante los próximos meses en una improvisada
galería de arte. Una terapia visual desde lo artístico para distraer el tiempo,
y sobre todo, para hacerlo útil, ya que es uno de nuetros grandes tesoros hoy
en día. Intervenir en este espacio viene a redefinir un lugar, a reflexionar
sobre un espacio de tránsito y sus posibilidades, pero también es una reflexión
sobre el comisariado artístico, muchas veces alejado de los grandes centros o
instituciones que orillan a nombres emergentes por los valores seguros del
conocimiento mediático y que luego se demuestra que seguridades las justas.
Latamuda ha sabido explorar un nuevo territorio, y con la complicidad de Hugo
Ogando ocupar un espacio comúnmente despreciado reasignándole un valor por si
mismo.
Por
él irán pasando jóvenes creadores dentro de un proyecto de apoyo y valoración
de muchos de nuestros talentos que cada vez más entienden que el hecho artístico
no se dirime dentro de las paredes de un museo sino en el mundo exterior, en
las redes sociales, en los medios de comunicación, en las calles, en las
ciudades, en cualquier lugar, en definitiva, allí donde se presente una
visibilidad que le conceda la carga de osadía que plantean con sus trabajos.
Marcos Covelo inicia esta sucesión de artistas que se completará con Carla
Andrade, María Maquieira, Rocío Osorio y Jorque Perianes. Toda una selección de
nombres que ya no juegan a ser futuro sino que son parte de nuestro presente
artístico.
Pontevedra
genera así un nuevo lugar para trabajar desde la mirada contemporánea del arte.
Esta iniciativa viene también a prolongar esa sensación que se lleva notando en
esta ciudad desde hace un cierto tiempo de la proliferación de un humus que
genera creatividad. La aparición de nuevos gestores apoyados en espacios para
la exhibición están conformando una nueva realidad artística en la ciudad,
alejada de las instituciones oficiales, lo que viene a conformar, cuando menos,
un escenario de esperanza al que ahora se le une este proyecto.
En
junio de 2015 Marcos Covelo intervino en la Fundación RAC , muy
cerca de esta exposición actual, proponiendo una explosión de miradas sobre
nuestra realidad, que se prolongaba de las maneras más inimaginables, ahora se
nos convoca al punto de inicio de aquella situación, presentando ante nosotros
dos grandes piezas y una serie de dibujos en tinta china que, como pequeños
frames, vienen a ser la explicación de lo que vimos en la Fundación RAC.
Insertos
como estamos en un mundo que nos agota en cuanto a los impactos visuales que
recibimos a lo largo del día, Marcos Covelo busca, desde lo artístico, analizar
o calibrar ese flujo de mensajes y cómo los medios de comunicación o las redes
sociales nos los presentan. ‘Httpintura’ es una desfragmentación de un proceso
iniciado a través de buscadores como google y que a la hora de realizar una
búsqueda, como resultado nos propone una serie de visiones que el artista
rescata y adapta para la composición de sus trabajos.
El
azar y la relación con sus propias circunstancias vitales van a devenir en unos
trabajos en los que se produce esa superposición de miradas, de mensajes que se
van confundiendo unos con otros escapándose de su función de informar y
adentrándose en el territorio de la confusión. Esa apropiación de imágenes o la
vampirización de la realidad se sustenta además en un fuerte colorido, en una
señalización luminosa que incide en el carácter de reclamo tan necesario para
captar nuestra atención. Cada una de esas grandes piezas es una especie de
delirio visual, un acoplamiento de mensajes que nos envuelven como una tela de
araña. Menos mal que entre uno y otro una sucesión de pequeñas imágenes nos
devuelven a la contemplación de un instante, un fotograma de vida
exquisitamente captado. Una sucesión de pequeñas maravillas en la sala de
espera de una clínica de fisioterapia, algo que nunca podríamos imaginar, tan
imposible como ver a un hombre gallina junto a un cuadro. ¿O no?
Publicado en Diario de Pontevedra 2/05/2016
Fotografía. Beatriz Císcar
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