venres, 3 de abril de 2020

Desasosiego/ 17. Poesía con alfileres



HACE justamente un mes que por nuestra ciudad se movió con sus andares de cowboy de medianoche, sofisticados y cultísimos, Luis Alberto de Cuenca. Hablar durante estos días de lo que nos sucedió hace un mes parece como si nos hubiésemos subido al DeLorean de ‘Regreso al Futuro’ y, tras ver como se agita el contador de los años, sumergirnos en otra dimensión tiempo-espacial, completamente diferente de la que procedíamos.
Pero la vida tiene estas cosas, es lo que tiene moverse por un tablero cada vez más imprevisible y en el que parece que nosotros mismos, con nuestras acciones, vamos cambiando las casillas de los lugares que teníamos como seguros. Lo cierto es que en un tiempo o en otro, en aquel espacio o en este, quizás lo único que nos pueda redimir de nuestras miserias sea la palabra. Palabra como el hecho factual de nombrar aquello que nos sucede, ya que lo que no tiene nombre no existe. Y para nombrar desde la palabra pocas acciones del ser humano más precisas que la poesía, y aquí vuelvo a aquel día de marzo en el que Luis Alberto de Cuenca recitó varios de sus poemas en la Casa das Campás. Es posible que tras el escaso uso desde entonces de ese espacio tan querido por la cultura en nuestra ciudad, todavía estén entre sus antiguas piedras las palabras del poeta prendidas con alfileres. Palabras que ponen el dedo en la llaga, el bálsamo necesario para cauterizar las heridas, pero también sirven de altavoz para las alegrías. Y eso es lo que estamos viendo y palpando durante estos días, las tensiones continuas entre alegrías y heridas, entre felicidad y dolor.
Serían muchos los libros y poemarios a recomendar de un autor con una larga y premiada trayectoria, como Luis Alberto de Cuenca, para estos días del desasosiego, pero quizás sea este ‘Se aceptan cheques, flores y mentiras’ editado por Verso & Cuento el que me parece más feliz para estos días. Tanto su formato, su presentación a cargo de Loquillo, músico con el que el poeta hace buenas migas, y la selección de poemas, hace de todos ellos una acertada aproximación a un público muy heterogéneo. Y esto es lo que también sorprende y emociona de Luis Alberto de Cuenca, esa relación con personajes de un pelaje muy diverso, tanto en lo ideológico como en lo generacional, y a todos ellos parecen destinados estos poemas contenidos en este libro en tres apartados: Cheques, poemas que nos hablan de todo aquello que nos cuesta; Flores, poemas que hablan del amor, y Mentiras, poemas en torno a las fantasías del ser humano. En definitiva, palabras que no entienden de virus, ni encierros, ni saltos en el tiempo. 



Publicado en Diario de Pontevedra 3/04/2020

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