luns, 20 de abril de 2020

El libro infinito


[Ramonismo 20]

Irene Vallejo nos propone en el ensayo 'El infinito en un junco' un lúcido viaje a través del tiempo y la historia para conocer el origen del libro



HAY LIBROS que son mucho más que eso. Libros que se convierten en itinerarios a través del universo del ser humano capaces de transportarte y conducirte por espacios de la historia llenos de momentos trascendentales para el futuro, incluso, aunque nos parezcan muy lejanos, para el nuestro. ‘El infinito en un junco’, de Irene Vallejo, editado por Siruela, es uno de esos regalos que de vez en cuando el ámbito literario pone en nuestras manos para entender el verdadero significado de la palabra libro. Y lo digo así porque este texto nos sitúa frente al libro y a su importancia a lo largo de la historia, fundamentalmente en su origen, en su nacimiento y consolidación como acumulación de saberes, pensamientos, actividades artísticas, leyes... en definitiva, en su condición de contenedor de la presencia humana en sus más variadas posibilidades para la fijación y transmisión de conocimientos.
La labor homérica de la autora está llena de valentía por la inmensidad de esta empresa, por la idea original de plantearle al lector de nuestros días una senda que le lleve a empatizar con esos tiempos remotos de culturas como la sumeria, la egipcia o los gigantescos siglos del esplendor y decadencia de Grecia y Roma. El carácter didáctico de toda la narración, la magnífica escritura de Irene Vallejo, y el estar a lo largo de todo el libro tendiendo puentes entre los diferentes tiempos pasados y nuestro presente, lo dotan de una gran proximidad con el lector que no deja de saborear cada página como un enriquecedor aprendizaje, así como un disfrute literario de primer orden. Estamos, por lo tanto, ante un libro infinito, una acumulación de textos y autores que Irene Vallejo dispone ante nosotros como grandes piedras sobre las que apoyarnos para cruzar la laguna de la historia. Cada paso que damos, cada piedra que dejamos atrás, forma parte de la siguiente zancada, un impulso de diferentes sensibilidades e intereses que fueron conformando la historia del libro. Ese artefacto de piedra, arcilla, papiro, piel, árboles, y ahora luminosas pantallas, que nos definen como pocas realidades que haya creado el ser humano a lo largo de su existencia. Nos definen porque cada capítulo en la historia del ser humano ha tenido sus libros, sus historias que contar, sus relatos de unas realidades diferentes a las anteriores y a las posteriores. Grandezas y miserias que nos han explicado como una especie única que ha hecho del acto de narrar, y posteriormente de la lectura, una de sus acciones más extraordinarias.
Una aventura colectiva llevada a cabo en culturas fascinantes, en paisajes inimaginables, en arquitecturas prodigiosas o en otras humildes bajo un cielo estrellado, en definitiva, diversos escenarios en los que solo era necesaria la presencia de un ser humano armado con un útil de escritura y un soporte en el que contener sus ideas. Grecia y Roma se conforman como los grandes raíles de la historia para conformar nuestro actual concepto de libro. Irene Vallejo muestra su conocimiento de estas culturas, que domina bien por su formación, doctora en Filología Clásica y mundo que, como consta en la contraportada del libro, acostumbra a difundir en conferencias o en artículos de prensa en el Heraldo de Aragón o en El País. Varios de esos artículos se publicaron en la antología ‘Alguien habló de nosotros’. Al tiempo ha escrito dos novelas, ‘La luz sepultada’ y ‘El silbido del arquero’ y dos libros infantiles, ‘El inventor de viajes’ y ‘La leyenda de las mareas mansas’. Todo esto nos lleva a pensar en una persona con un claro afán didáctico e instructivo, alguien que confía plenamente en la capacidad de aprendizaje y la necesidad del conocimiento en nuestra sociedad, sí, en esta sociedad tantas veces reacia a activar ese pilar que, paradójicamente, todos entendemos como fundamental para el ser humano. Hasta esa vocación de escritora para niños también se puede rastrear en este ‘El infinito en un junco’, en el que la escritura brota de una manera clara, directa, sin absurdos recovecos que entorpezcan el verdadero sentido de este libro que es el de tomarnos de la mano y llevarnos a través de un viaje iniciático por la historia antigua del libro.
Increíbles son las partes del libro en las que recorre la Biblioteca de Alejandría, maravillosas en las que se desliza por la Odisea y la Ilíada, emocionantes cuando se adentra en el nacimiento de Roma y su capacidad de asimilación de otras culturas, como la griega, y de una gran lucidez cuando nos habla, ya hacia el final del texto, de lo que supone un libro clásico o la construcción de un canon. Etapas y momentos que la autora gestiona tejiendo, como Penélope, un interminable sudario a través del «hilo de las palabras y las metáforas atraviesa el tiempo, ovillando las épocas». Uno de tantos hermosos entrecomillados a los que podíamos acudir en este relato de Irene Vallejo en el que temes llegar al final, rematar una experiencia lectora y de adquisición de saberes como hacía tiempo que no nos encontrábamos en ese mundo del libro del que este ensayo se convierte en un devocionario, en una ofrenda que nos acoge a los letraheridos como cómplices del acto de la lectura, del goce que obtenemos al asomarnos a las ideas y bellezas de tantos que a lo largo de la historia gestaron una de las aventuras más grandiosas de la humanidad: el libro y, en este caso, un libro infinito, el de Irene Vallejo.


Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 18/04/2020

1 comentario: