Saga/Fuga
NO SERÉ YO quien le lleve la contraria a mi admirado José Manuel Caballero Bonald, cuando en un verso suyo afirma que «somos el tiempo que nos queda», pero sí que a esa lúcida reflexión me gustaría añadirle que también somos mucho el tiempo que fuimos. Porque el tiempo es aquello que nos contiene de manera eterna, tanto durante nuestra presencia física en él, como en una ausencia definida por los que estuvieron antes que nosotros en este mundo.
¿Y a qué viene este primer párrafo con un pie en la poesía y otro en la filosofía? Pues a que se ha jubilado de manera oficial uno de esos guardianes del tiempo que tenemos en Pontevedra. La recepción por parte del alcalde de quien fue durante 35 años responsable del archivo del Concello de Pontevedra, Enrique Sotelo Resurrección, marca el adiós de la persona que durante tantos años se ha encargado de almacenar, velar y difundir ese tiempo que nos ha precedido, que nos ha configurado como colectivo, como tribu anclada a un Lérez cuyo curso sigue marcando ese paso de los años, al igual que los miles y miles de documentos que se guardan en las entrañas de nuestro Concello.
Tantas veces alejada de los focos mediáticos, donde parece que todo cobra relevancia, la labor de un archivero se mueve en el olvido constante. En horas y horas entre papeles, fotografías, volúmenes y textos que suelen convertirse en una hermosa compañía. Se lo digo por experiencia laboral y por las horas en contacto con los materiales silenciosos que se atesoran en este Diario de Pontevedra que, de vez en cuando, emergen a la superficie para recuperar ese tiempo pasado al que tanto gustan asomarse nuestros lectores.
Enrique Sotelo deja para el futuro ese trabajo de hormiguita que realiza cada archivero en su centro de trabajo. Una labor silenciosa que sólo se aplaude cuando se concreta de alguna manera física y que Enrique Sotelo ha logrado con la publicación de no pocos libros vinculados a la historia local, con su participación en la realización de exposiciones y con la intervención en numerosas conferencias. En todas ellas su trabajo, su contacto con la historia y el conocimiento sobre cómo Pontevedra se ha configurado a lo largo de los siglos, nos ha iluminado a muchos amantes de lo que se esconde en nuestro pasado, al tiempo que ha establecido nuevos pasadizos por los que movernos los del gremio y, sobre todo, ha puesto en valor la extraordinaria documentación que atesora el Concello de Pontevedra, y de la que tendremos una nueva muestra en el ya anunciado calendario de 2021, que el Concello entregará a los ciudadanos, basado en fotografías y planos que son parte de nuestra historia.
Pontevedra se explica desde la imagen más antigua que disponemos, esa vista pétrea que forma parte, también de manera muy desconocida, de la contraportada de la Basílica de Santa María, siendo, a partir de ella con nombres como los de Enrique Sotelo, o como lo fueron tantos antes, entre ellos el siempre recordado y tantas veces compañero de proyectos comunes, Juan Juega Puig, los que colocan ante nuestros ojos ese pasado sin el cual seríamos diferentes. Guardemos nuestros archivos con amor y cariño, mimemos esas instalaciones desde todas las instituciones, porque sólo desde ese respeto nos podremos respetar a nosotros mismos.
Enrique Sotelo lo ha hecho durante esa larga vida laboral que ahora llega a su fin. Es la hora del descanso del guerrero, pero también la ocasión de iluminar allí donde suele reinar la oscuridad, en nuestros archivos, donde se hallan tantos tesoros.
Publicado en Diario de Pontevedra 11/12/2020
Fotografía: Enrique Sotelo en una
conferencia en el Museo de Pontevedra (Rafa Fariña)
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