Hasta el 30 de abril la Sala X de la Facultade de Belas Artes
de Pontevedra acoge una exposición peculiar. Si el arte debe ser siempre un
altavoz de aquello que sucede a su alrededor, en pocas ocasiones como ésta lo
consigue. Artistas de latinoamérica y España, con la norteamericana Suzanne
Lacy crean un mosaico que incita a una profunda reflexión sobre las
consecuencias de la violencia de género y la actitud de esta sociedad ante esa
perversa situación. Diferentes soportes le conceden el sentido plástico tan
necesarios al hablar de una cita artística.
CADA día esta sociedad en la que hemos caído nos sorprende y turba con
noticias referidas a la violencia de género, al abuso que, en un ámbito
exacerbadamente machista como el nuestro, se produce sobre la mujer. Una
violencia que no debe reducirse a las frías y evanescentes cifras sobre muertes
y agresiones, sino que esa violencia trasciende al día a día, a la situación de
indefensión de tantas mujeres ante la presión de sus maridos, parejas, jefes...
o cualquier otro tipo de relación en la que la mujer suele ser siempre el
eslabón más débil.
Sería injusto decir que nada ha cambiado, pero cuando se viene de tan
lejos los avances que se han producido, unidos a los que vengan, provocarán que
hasta dentro de muchos años no nos parecerán del todo efectivos. Todavía queda
mucho por hacer para evitar ese incesante goteo de miserias, no cabe duda, y
quizás sea el arte el soporte a partir del cual limar ciertas esquinas.
Desde esta semana en la
Sala X de la
Facultade de Belas Artes de Pontevedra tenemos más de
cuarenta ejemplos sobre cómo el arte puede, desde la reflexión y la estética,
aportar su mirada a esa realidad que nos acecha. Es por ello que todas las
artistas aquí convocadas-españolas, latinoamericanas y la estelar presencia de
la norteamericana Susanne Lacy, muestran su componente más activista para
neutralizar y representar las consecuencias de esa violencia en la sociedad y
en el ser humano. Una variedad de creadores tan sugerente como la variedad de
formatos, actuaciones que necesitan de nuestro tiempo para aproximarnos a cada
una de esas denuncias plásticas y enraizar una reflexión íntima que debería
tener su consecuencia en el exterior de la sala.
Cifras, golpes, heridas, dolores, ausencias, cargas, amarguras,
protestas, denuncias... son los aliviaderos por los que se se filtra la
inspiración de estos artistas, un tamiz comprometido que tiene plasmación en
todos estos trabajos que itineran así desde Valencia, en donde fueron expuestos
en noviembre de 2012 en conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia de Género,
como ahora lo hacen en Pontevedra, en este mes de marzo con su Día
Internacional de la
Mujer. Fechas que llaman nuestra atención sobre uno de los
grandes males de nuestro tiempo. Una lacra que sigue todavía adherida a nuestra
piel cada vez menos rugosa y más sensible, como sensible es el arte a todo lo
que sucede en la sociedad, en ese contexto del que se debe nutrir para mostrar
un necesario compromiso. El comisariado de Mau Monleón y el trabajo de estas
mujeres artistas, es efectivamente eso, un compromiso irrenunciable con la
mujer, un compromiso con las víctimas.
Publicado en la Revista. Diario de Pontevedra 17/03/2013
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