Vaya por delante el gran encierro que la ganadería de Victoriano del Río
ha enviado ayer a Pontevedra. Y es que con toros, todo es mucho más fácil.
Todos ellos de gran nobleza, repitiendo la embestida, y siguiendo siempre el
camino marcado con la franela.
Todavía por los tendidos se rastreaba la emoción morantista del sábado.
Como si el público volviese al lugar de los hechos para comprobar que aquello
había sido realidad. Lo fue, pero con la salida del primer toro de la tarde, el
halo del duende sevillano se esfumó ante el trote de un colorado de nombre
‘Durmiente’. Curioso para un gran toro, que de dormir ná de ná. Todo en él era
trote y embestida. Una y otra vez. El toro soñado por cualquier torero diría El
Juli, y el sorteo, en el que el propio matador estuvo presente en la matinal
del domingo, le había deparado ese regalito.
Ya ha pasado definitivamente a la historia aquel torero al que el público
idolatraba por su desparpajo ante el toro, ahora, hoy, El Juli es un torerazo
que no le cabe en el pecho. De principio a fin compuso una gran faena, con
grandes tandas con el capote y un inicio de faena con los pies juntos que ya
hacía presagiar las virtudes y el empeño de ambos por que la tarde no fuese en
balde. Largos muletazos con la mano derecha que se prolongaban con el cambio de
mano. Mientras, ‘Durmiente’ seguía trotando como un cervatillo pese a sus 520
kilos. Unas manoletinas para cerrar la faena y El Juli, ya cargaba su
‘cañoncito’. El público comenzaba a insinuar el perdón para el de ‘Cortés’,
pero cuando El Juli carga el arma, no hay marcha atrás. Espadazo. Su muerte,
con la boca cerrada y permaneciendo en pie durante varios minutos, fue un canto
épico a la bravura de este género animal, premiado con el emocionante aplauso
de una plaza en pie mientras se le daba la vuelta al ruedo.
Dos orejas que El Juli completó con otra en el cuarto, en una faena de
menor transmisión, pero a la que el torero no renunció tras lo hecho a su
primero, mostrándose muy codicioso. Otra portentosa estocada dejó el apéndice
en sus manos, pese a la tardanza del presidente en su concesión, situación que
se repitió en alguna otra ocasión, reacio al clamor de pañuelos en los
tendidos.
Miguel Ángel Perera dejó también impreso su nombre en una plaza en la que
no le habían ido demasiado bien las cosas. Pero estos toros permitían muchas
cosas y el pacense evidenció su gran temporada con un emocionante toreo de pies
muy quietos, sin apenas moverse del sitio, con extraordinarios y vistosos quites
y pasándose a sus oponentes muy cerca. Unos muletazos largos, largos,
largos, mecían al toro de punta a punta y con el buen manejo de la espada
consolidaron el triunfo.
Alejandro Talavante no iba a ser menos y si la primera faena fue más
cómoda, en la segunda realizó un gran esfuerzo ante el toro más flojo de la
tarde. Inventándose una lidia de temple y lentitud que se cobró magníficos
pases. Una de esas faenas de mérito y que como la de ayer, permitieron que tres
toreros salieran a hombros.
Toros de la ganadería de Victoriano del Río. Primer Segundo y quinto, del hierro Toros de Cortés. Gran encierro. Los cuatro primeros aplaudidos en el arrastre. Al primero de ellos se le premió con una vuelta al ruedo.
Julián López 'El Juli'. De lila y oro. Espadazo ligeramente desprendido (dos orejas), Gran estocada (oreja).
Alejandro Talavante. De añil y oro. Estocada desprendida (oreja), estocada y descabello (oreja).
Segunda corrida de la
feria de A Peregrina. Poco más de media entrada. El festejo estuvo
presidido por José Manuel López Sánchez, que contó con el asesoramiento de Juan
Ocampo como veterinario y Carlos Ares en el apartado artístico.
Publicado en Diario de Pontevedra 5/08/2013
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