luns, 16 de decembro de 2013

El rastro de la naturaleza

‘Olas de transformación’ es el título de la exposición que,  hasta el 26 de diciembre, podemos visitar en la sala de exposiciones de la Delegación de la Xunta de Galicia en Pontevedra. Una mirada apasionada y apasionante a una naturaleza siempre inspiradora en la obra de María Domínguez Lino,  artista pontevedresa que, mediante una serie de fragmentos reconstruye sus percepciones sobre ese ámbiente natural con el mar como referencia, reconstruyendo toda una serie de instantes que aquí se recrean desde diferentes técnicas artísticas.


Mares, cielos, arenas, maderas, colores, redes, piedras.... cada uno de estos elementos participan del resultado final que nos propone María Domínguez Lino, una recreación de una naturaleza que no deja de servir de inspiración a artistas y creadores convirtiéndose, en el caso de nuestra protagonista, en el centro de su trabajo. Tanto desde lo formal como desde lo conceptual esa naturaleza, a través de un cúmulo de percepciones registradas por la artista, emerge como esa gran madre en la que buscamos cobijo y a la que debemos rendir culto por lo mucho que nos ofrece. Detenerse unos instantes ante estas piezas, de una gran diversidad estilística, transmite ese vigor que está tan presente en ella y gracias a la sensibilidad de María Domínguez nos integramos en ella. A través del empleo de materiales, muchos de ellos ya modelados y trabajados por la propia naturaleza sentimos muchas de sus capacidades y se activa en nosotros esa memoria interior de cada uno para recuperar nuestra mutua relación. Esa memoria está también muy presente como ingrediente en cada uno de los trabajos, con referencias a actividades del mar como las obras relacionadas con la labor marisquera, los deportes, con la vela, o simplemente, o quizás no tan simplemente, con la proximidad que el ser humano puede establecer con esa naturaleza a través de una caminata bajo el sol, al hundir nuestros pies en la arena de nuestra playa favorita o disfrutando de un paisaje 
Junto a su trabajo pictórico, probablemente mucho más conocido entre el público, María Domínguez nos presenta también una serie de piezas escultóricas dotadas de una enorme poética y con mucho interés. Una carga de sutilidad en la que inteligentemente se respeta lo que la naturaleza y el paso del tiempo han ido realizado durante tantos y tantos días y que sería imposible de superar por cualquier mano humana. Es hermoso acercarse a esos fragmentos de madera, a esos nudos, o a esas piedras engarzadas a una base de madera para ver como la naturaleza no solo tiene su magnificencia en los grandes horizontes o en vastas representaciones sino que también, en lo aparentemente más simple, surge esa fascinación.
Solo en una pieza, ‘El pensador’, se concreta esa existencia humana con una figura orillada en una madera, y en la que parece reflejarse la conciencia reflexiva que la humanidad debería exhibir ante muchos de nuestros desmanes con el medio natural. Una bella conjunción que compite con piezas tan potentes como una nasa ajada por el tiempo y el uso, de la que surgen unas frágiles ramas azules. Todo un canto al tiempo, la memoria, el oficio y el mar, como no, el mar. María Domínguez pese a su reciente distancia con la costa no ha dejado nunca de pensar en esas olas que vienen y van, que traen recuerdos y también los alejan, que perfilan paisajes y transforman, no solo un litoral, sino nuestras propias vidas. Un proceso sobre el que el artista tiene la obligación de pararse a rendir cuentas. María Domínguez aquí nos regala el resultado de esa parada tan fructífera.

Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 15/12/2013

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