¡No va más señores! A vida o muerte,
como el fútbol de antaño, ese al que ya nos hemos desacostumbrado acomodados en
los tacticismos de los entrenadores, la apatía de los jugadores y la asepsia de
los medios de comunicación. Así se construye el partido de hoy, la Estación
Termini de una fase de ascenso plagada de puntos que analizar una vez pasada la
cita de esta tarde, con independencia del resultado.
Hoy ya queda atrás todo aquello del
calor y el viento de La Palma, o las pérdidas de tiempo del Mensajero, o los calambres de aquel
árbitro, o los campos de hierba sintética, o los penaltis que siempre nos pitan
en contra, o la falta de puntería ante la meta contraria, o el salir al campo a
ver qué pasa, o los insultos del entrenador contrario... hoy solo sirve una
cosa, ganar, y para eso hay que valerse de otra palabra, fútbol. Lo demás, ajo
y agua.
Cuenten lo que les cuenten el Pontevedra c.f. llega hasta el partido
trascendental tras conducirse por el alambre durante toda la fase de ascenso y
sin haber dado nunca la impresión de ser el equipo que debe mandar, el que debe
imponer sus reales (el presupuesto así lo dice) ante los diferentes rivales que
le han tocado en suerte. Es posible que el fútbol tal y como se entiende hoy y
como los teóricos nos explican de manera monocorde, debe irse modulando en
función de lo que vaya sucediendo en el terreno de juego, con los caballos
atados en corto y soltándoles las bridas solo cuando el resultado obliga. ¿Qué
tal pensar un día en salir a decir aquí estamos nosotros, somos el Pontevedra
c.f.? Empujar y empujar para, a los quince minutos, tener al rival colgado del
travesaño achicando agua y con el miedo metido en el cuerpo. Lo sabios dirán
que entonces se corre el peligro de encajar un gol a la contra, que luego
habría que meter tres y demás futuribles, pero se olvidan de que hasta ahora
hemos estado siempre contemporizando, y algún que otro susto ya nos hemos
llevado, ¿no creen?
Habrá que ver si todo es una cuestión de
carácter y si esta plantilla es capaz de dar el puñetazo sobre la mesa, también
de que le dejen darlo, para poder decir aquí estamos nosotros, los del hueso en
la boca y los que defendemos a Roelio
a muerte, que es feo, sí, pero es nuestro feo.
En esta tarde de estampitas y ajos yo
les traigo la mía, la de una invocación permanente a aquellos que dejaron esta
camiseta convertida en una gigantesca mole que casi nadie ha sido quien de
mover. Pocos equipos han tenido que arrastrar una carga autodestructiva tan
grande como la de este club en base a sus años de gloria y esplendor, a la
construcción legendaria de una imagen que se ha convertido en la sombra más
grande para el propio club. Pese a todo eso, yo que quieren que les diga, me
quedo más tranquilo poniendo una fotografía de Cholo y sus pletóricos muslos para rezarle tres Padrenuestros y dos
Avemarías que pensando en los cuatro partidos anteriores disputados por el
equipo. Pero hoy todo debe ser distinto, Pasarón
será el lugar donde aguar el vino de Rioja, donde el Pontevedra c.f. volverá a
gozar de un ascenso como aquel otro 27 de junio de 2004 en el que, como tan
oportunamente nos recordó Xaime Nogueira,
llenamos calles y plazas de color granate, de las fuentes manaron durante siete
días los néctares más variados y todo fue alegría. Es lo que tiene el fútbol,
que todos, los fieles y los menos fieles, los meritorios dos mil aficionados
que van semana tras semana al campo, y los más de diez mil que irán hoy, o los
veinte mil que saldrán a la calle cuando finalice el partido, respirarán todos juntos,
más que por una camiseta, por una ciudad, que al fin y al cabo es lo que reside
tras un éxito deportivo. Yo no sé si a los jugadores les habrán mostrado
durante la semana las imágenes de aquella celebración de 2004 o incluso si les
presentaron a Cholo alguna vez. Algunos, agarrados a una pizarra, pensarán que
todo eso son tonterías, que hoy al campo no salen a jugar ni Cholo, ni Martín Esperanza, ni Xaco ni Javi Rodríguez y yo pienso ¡qué equivocados estáis! Porque hoy
jugamos todos, y eso es lo que tienen que entender cada uno de los jugadores
que saltarán al terreno de juego, de ellos depende que este Pontevedra c.f.
vuelva al lugar del que nunca se debió marchar y al que tanto necesita volver.
Sin cuentos chinos de presiones ni otra zarandajas. ¡Señores, hoy toca ganar!
Por aquellos jugadores de blanco y negro de los tiempos de El capitán trueno, pero también por los que lloraron en Numancia y los que se frotaron los ojos
ante el Mensajero. Por todos, ¡Sus, y a ellos!
Publicado en Diario de Pontevedra 27/06/2014
fotografía: Cholo despejando un balón con Gato batido en un Córdoba-Pontevedra c.f. (1964). Framar. Archivo Diario de Pontevedra
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