Susana Fortes (David Freire) |
ASÍ
COMIENZA el prólogo escrito por el también poeta Jorge Guillén en el libro
‘Poemas escogidos’ de Pedro Salinas: «En la obra de Pedro Salinas todo se
somete a un primer valor: el alma». Pocas poesías en nuestras letras se han sometido
más al dictado del alma que la de Pedro Salinas, integrante de aquella
inigualable Generación del 27, de talentos maravillosos y en la que el tiempo
ha ido estratificando a sus componentes de una manera poco justificada. Y si en
esa constelación resplandecen los Lorca y Alberti como dos astros refulgentes,
no se ha sido del todo ecuánime con nombres como los de Salinas o Guillén.
Estos
días del desasosiego son propios para buscar esas almas poéticas, para
adentrarse en estos páramos luminosos en los que la palabra se convierte en un
escintilante sosiego para el lector. Leo estos días, con absoluta emoción, ese
poemario publicado en los años cincuenta en una edición de Austral ajada por el
tiempo, moteada en el marfil de sus páginas por una vida que se va comiendo a
los libros que tanto amamos. Mi piel se eriza con cada página, con cada poema,
con cada palabra, con cada alma allí contenida. «Yo no necesito tiempo/para
saber cómo eres:/conocerse es el relámpago»; «Qué alegría, vivir/sintiéndose
vivido», «Lo que eres/me distrae de lo que dices», y así podíamos seguir
mutilando esa cumbre de la poesía que es ‘La voz a ti debida’.
Al
tiempo que voy leyendo estos poemas recuerdo la lectura de otro libro, ‘El amor
no es un verso libre’, escrito por nuestra vecina en la diáspora, Susana
Fortes. Compongo así un tándem invencible para la resistencia a la que estamos
sometidos. De entre su producción es probable que no sea uno de sus libros más
conocidos, no obtuvo premios y reconocimientos como otros, pero yo siempre me
he sentido muy a gusto en su interior. Un libro de caricias en un universo cada
vez más gris, el de los estertores de una República que venía para ser luz y se
convirtió en tinieblas por la acción de los golpistas. Y si había algún faro en
esa República ese era la Residencia de Estudiantes, y allí, inteligentemente,
Susana Fortes sitúa la acción que parte de la historia de amor de una
estudiante americana con un profesor español. La frase que nos adentra en la
novela: «Yo no./Te conocí en la tormenta», extraída de ‘La voz a ti debida’,
define muy bien lo que estaba a punto de suceder en España y hace del poeta del
amor... y del alma, el norte de una novela que acaba incluyéndolo como
personaje de ese ambiente cultural que destilaba una atmósfera convertida en
mito. Esa historia de amor, con dosis de thriller, se logra en una atmósfera
muy especial, como consigue transmitir siempre la autora, al ubicar en momentos
y espacios con una fuerza brutal sus textos, conforman una novela llena de una
poética, hábilmente incluida en los interlineados de la narración.
Y
así, entre las poesías de Pedro Salinas, y la novela de Susana Fortes, se
suceden las horas amparado por palabras de tiempos y coordenadas distintas, y
muy alejadas entre sí, pero ambas dependientes de los pronombres que somos: yo,
tú, nosotros.
Publicado en Diario de Pontevedra 5/04/2020
Ningún comentario:
Publicar un comentario